domingo, 22 de octubre de 2017

Los amamos, los odiamos y... los comemos

"¡Ay!... Sin darme cuenta me he acorralado a mí mismo en un rincón de la lógica donde alimentar a las boas constrictoras con cuerpos de gatitos no solo es permisible sino también moralmente preferible a alimentarlas con roedores. Pero aunque la parte lógica de mi mente quizás haya llegado a la conclusión de que no hay mucha diferencia entre criar serpientes a base de una dieta de ranas o de gatitos, la parte emocional no se ha dejado engañar en absoluto. La idea de alimentar a las serpientes con gatitos me repugnaba y no tenía ninguna intención de visitar un centro de acogida de animales para llevarme cadáveres de gatos".



Ficha: "Los amamos, los odiamos... y los comemos", Hal Herzog, editorial Kairós, 400 páginas, ISBN: 9788 499 881 812

Este es un libro que trata principalmente sobre una nueva rama de la psicología llamada "antrozoología" que examina las relaciones entre los seres humanos y los animales. Un tema que puede parecer banal y sobre el que todos podríamos no ya solamente opinar sino prácticamente "sentar cátedra", debido a que todos tenemos una estrecha relación con los animales, bien porque tengamos alguna mascota, o por nuestra profesión o simplemente por el mero hecho de consumir carne y otros derivados de los animales. Es un tema que no se puede ignorar a la ligera.

He leído y comentado ya en este blog un par de libros, excelentes, sobre animales y los problemas éticos en el trato con los mismos, me refiero a "Comer animales" de Jonathan Safran, todo un manifiesto pro-vegetarianismo y el imprescindible "En defensa de los animales", de Mathieu Ricard, seguramente el mejor libro escrito nunca en defensa de un trato más humanitario con los animales y la mejor apología del vegetarianismo por motivos éticos y ecológicos que se ha escrito jamás. Un libro que nunca he dejado de recomendar desde que lo leí, y que me dejó tan impresionado que tomé la decisión de hacerme vegetariano... lo que ocurrió después queda muy bien explicado a través de la lectura del libro que comento ahora.

Si existe una expresión o un adjetivo que defina perfectamente nuestra relación en general con los animales sería "paradoja"... somos profundamente inconsecuentes, irregulares, caprichosos e irracionales en nuestro trato con los animales. Hay muy pocas personas que se encuentren en terreno de blanco y negro aquí, es decir, que aborrezcan de todo punto a los animales y cualquier trato con los mismos, o bien, que les profesen un profundo amor incondicional. La inconsistencia, la paradoja y las contradicciones son moneda corriente de las que casi nadie se libra. Casi todo el mundo come carne o consume productos de origen animal, incluidos la mayoría de los autoproclamados vegetarianos, todos los que llevamos una dieta omnívora somos cómplices, lo queramos ver o no, del sufrimiento y el maltrato a los animales, por mucho que tengamos una mascota en casa a la que mimamos y adoramos. Es un hecho irrebatible, la variedad de comportamientos humanos en relación con los animales es sencillamente asombrosa, y la antrozoología, parcela de la psicología en la que el Sr. Herzog es un especialista, nos va a poner de manifiesto una y otra vez el variado ramillete de sentimientos y comportamientos dispares, más diverso de lo que imaginamos, en relación con el trato dispensado a los animales.

Lo que uno aprende de la lectura de este ensayo es que no existe lógica alguna, la defensa tanto de posturas a favor del trato humano y el vegetarianismo como de un trato basado en el puro utilitarismo exento de sentimientos no se basa en la razón, aunque existan poderosas razones para defender la dieta vegetariana desde el punto de vista ético, sanitario y ecológico, sino en el mundo de los sentimientos. Es ahí, en el irracional mundo de las pulsiones y las pasiones, camuflado tantas veces por tradiciones y alimentado por intereses económicos, donde habría que encontrar la raíz... y aun así una y otra vez nos encontraremos con situaciones contradictorias y caprichosas. Como muestra un botón, el granjero vecino del autor que gustaba de salir de caza, y para ello se hacía acompañar de un par de perros de raza que tenía en casa amarrados con cadenas bajo los árboles... mientras que tenía otro perro suelto por casa a modo de mascota. Cualquiera que haya tenido gato como mascota seguramente le habrá alimentado directamente de la mesa ante los maullidos caprichosos del minino... dándole trocitos de carne de cerdo o ternera cortados directamente del plato, o sea, como bien titula un capítulo del libro "El gato en casa y la ternera en el plato". La ambivalencia y la esquizofrenia moral en relación con el trato con los animales no es la excepción sino la norma, en relación con estos tenemos un comportamiento, como ese falsamente atribuido a los avestruces, de esconder la cabeza en la arena y "si no lo veo o pienso en ello simplemente no existe"... y esa es la realidad.

La antrozoología no trata pues sobre los animales, aunque algo aprenderemos sobre los mismos en este ensayo el punto de mira se sitúa siempre en el comportamiento humano y su diversidad, seguramente, aparte de la diversidad del comportamiento sexual, hay pocos temas donde se ponga tanto de manifiesto la inmensa riqueza de la experiencia humana y lo complejo de nuestra psicología. Seremos testigos de la "humanización" de los animales, del hecho sorprendente de nuestra tenencia de mascotas, propia en exclusiva de los seres humanos, de la relación con el denominado "mejor amigo del hombre", el perro, o las diferencias, si es que las hay, en el trato a los animales que dispensan hombres y mujeres. 

El libro se mete de lleno en temas éticos en el capítulo dedicado al fenómeno de las peleas de gallos, ilegales pero permitidas hasta cierto punto, un fenómeno existente en la zona del país donde vive el autor del libro y que le ha permitido estudiarlo a fondo. Veremos que sus conclusiones no son precisamente de condena total, ni mucho menos... y es que aquí nos encontramos con el típico terreno donde no hay blanco o negro sino muchos matices de gris. Tiene razón el autor cuando ,aunque no excusa ni defiende esta práctica asquerosa y cruel, señala la brutal hipocresía de condenar las peleas de gallos mientras uno se zampa unos nugetts de pollo... el sufrimiento ocasionado por la cría industrial es un millón de veces peor que el de una pelea a muerte entre dos gallos armados con cuchillas de acero en los espolones, unos quedan como simples delincuentes y otros como "ciudadanos normales" aunque sean, seamos, cómplices de un sufrimiento infinitamente peor.



La relación entre las personas y la carne, una mezcla de atracción y repulsión, será protagonista de otro capítulo que sirve de preámbulo a otro tema en el que el autor es un especialista, el uso de animales para experimentación en laboratorios. Aquí de nuevo tal y como ocurrió con el tema de las peleas de gallos habla desde su experiencia de campo, y se centrará principalmente en su experiencia con la experimentación de ratones... apuntando el hecho sorprendente de que la legislación americana no los considere siquiera "animales" y los tenga por lo tanto legalmente desprotegidos. No solo la diferencia en el trato a los animales sino también cómo discriminamos a unos en detrimento de otros y las supuestas justificaciones morales son otro de los puntos fuertes del libro. Aquí no se hace una especie de "tabla rasa" tal y como hace el amigo Mathieu Ricard en su libro, de evidente inspiración budista que mete en el mismo saco a todos los "seres sensibles", sino que se ahonda no solamente en la paradoja del trato que damos a los animales y también las diferencias de categorías que establecemos, de forma arbitraria en general, entre los mismos. La diferencia de "status", incluso desde el punto de vista legal, entre el ratón de laboratorio que permanece en su jaula, aquel que es útil para un experimento, el que resulta prescindible y aquel que se escapa y corretea suelto por el almacén donde están sus hermanos enjaulados lo evidencia de una forma sorprendente.

La conclusión del libro es la que antes apuntaba, no existe una lógica sólida en el trato dispensado a los animales y la diversidad en el trato que se les otorga habla mucho más de las diferentes mentalidades humanas que de diferencias reales entre los animales. Desde el dueño de gallos de pelea y el cazador, hasta el activista que se deja la piel en defensa del hábitat de la tortuga marina, desde el sádico maltratador de animales hasta la persona aquejada de una especie de síndrome de Diógenes que acumula mascotas en su casa. El autor por ejemplo se confiesa consumidor de carne, aunque no especialmente apasionado con la misma, y dueño de una simpática gatita que tiene como mascota y que como bien dice, le recuerda a diario porqué compartimos nuestra vida con animales.


Para terminar un enlace al blog de Luis Tovar "Filosofía Vegana" donde se hace un muy buen análisis y un extenso comentario del libro reseñado aquí, señalando oportunamente sus puntos fuertes y sus carencias. Un tema sin duda muy interesante.



Lo mejor: Un libro realmente ameno y agradable de leer, uno de esos ensayos típicos de autor anglosajón donde se conjuga la teoría con los casos anecdóticos y que pueden ser leídos como si literatura de evasión se tratara... Hal Herzog no pretende moralizar ni intenta convencer a nadie, es un autor muy alejado tanto de justificar a la ligera los comportamientos humanos que dañan a los animales, como de alinearse en el activismo así como así. Su intención es tan solo señalar que el tema, su especialidad, es más variado y sorprendente de lo que a priori puede parecer. Será inevitable que la mayoría de los lectores se vean retratados en más de una ocasión, ya que es un libro que será raro que interese a alguien a quien no gusten los animales. Interesante y sincero, incita a pensar, es por ello que lo considero muy recomendable.

Lo peor: El libro muestra la gran diversidad de comportamientos humanos relacionados con los animales, inclusive en actividades como la afición por mascotas, donde no parecen existir dilemas éticos... como por ejemplo la afición por los perros de raza, pero se mantiene siempre, o lo intenta, en una deliberada ambigüedad moral, ni es un manifiesto pro animal, ni tampoco una defensa de la actual situación. No muestra conclusión alguna ni trata de conmover al lector, simplemente le pide que considere que el tema es más complejo y variado de lo que parece, y que no todo es blanco o negro... personalmente me gusta esa actitud, aunque me hubiera gustado que se "mojase" más con el tema. No creo que sea un libro que guste demasiado a los activistas pro-derechos de los animales. Al final tengo la sensación de que le falta algo, de que el autor se queda un poco a medias.

6 comentarios:

  1. Curioso asunto este de la antrozoología. Está visto que los humanos nos movemos dentro de un amplio abanico de inconsecuencias; y la de nuestra relación con los animales que amamos pero también devoramos podría ser una de ellas. En fin, un pensamiento curioso con el que, por lo que dices, ni el mismo Herzog llega a conclusiones absolutas.
    Un saludo

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    1. Gracias como siempre por leerme y comentar aquí. Si, la verdad es que coincido con el autor en que este es uno de los temas que muestra con más evidencia el carácter complejo de la psicología humana y la iteracción constante entre nuestra parte "racional" y los instintos animales que aún subsisten en nosotros. Espero que sean editados en el futuro más libros sobre el tema. ¡Saludos!.

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  2. Bueno, yo coincidiría en que el libro resulta más atractivo por el tema que trata que por el contenido concreto que aporta. La relación entre los humanos y los demás animales es un tema de estudio muy interesante, para quien le interese, y Herzog aporta muchos datos relevantes al respecto, pero a la hora de interpretar y explicar la relación humano-animal pienso que el autor muestra unas reflexiones más bien mediocres, desde el punto de vista intelectual, puesto que intentar resolver el problema alegando simplemente que tal conducta es "ilógica" o "irracional" es equivalente a no explicar nada en realidad. Además, yo señalaría que el autor sí que tiende a posicionarse como partidario interesado de la relación actual, basada en la dominación de los animales por parte del hombre. No me dio la impresión de que la objetividad fuera su punto fuerte precisamente.

    Me parece que la antropozoología es un área de estudio muy poco presente en general. En filosofía moral se ha reflexionado y publicado mucho sobre la relación entre humanos y animales, pero creo que en la ciencia se ha estudiado poco al respecto en comparación. Son escasas las publicaciones y las instituciones académicas que imparten algún curso sobre esa materia.

    Por cierto, leyendo esto recordé que hace unos años en mi blog publiqué la traducción de una reseña sobre este libro de Herzog. Una reseña bastante crítica de hecho, y creo que fue sobre todo por eso que la traduje. Te dejo aquí el enlace por si te apetece echarle un vistazo:

    http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2013/07/es-el-especismo-inevitable.html

    !Un saludo!

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  3. Hola Luis, efectivamente el autor justifica en según que casos la experimentación animal, aunque condena sus excesos y el sufrimiento injustificado nunca adopta una posición de rechazo frontal, tal y como sí hace Mathieu Ricard por ejemplo. En el tema de las granjas de producción de carne me parece que hace lo mismo... no es un hipócrita pero desde luego tampoco actúa como un activista pro derechos animales, está muy lejos de esto. Sí que se moja en el tema de la explotación terapeútica con los delfines, denunciándolo como un fraude. Y no deja de realizar, paradójicamente, una pseudo-apología de las peleas de gallos, aunque no creo que de forma intencional. Tienes razón al escribir que afirmar que tal o cual conducta es irracional y dejarlo ahí es lo mismo que no decir nada. Me gustó que ahondara especialmente en temas que conoce de primera mano, como las peleas de gallos, el activismo pro-naturaleza (aunque él sea un mero espectador), los concursos de razas caninas y el tema de los derechos de los animales, ratones especialmente, en el asunto de la experimentación. Pero al final me parece un ensayista y pensador un tanto flojo. Espero que la "antrozoología" tenga mejores paladines en su país. Leeré el artículo de tu blog ¡faltaría más!. Muchas gracias.

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    1. Gracias por la réplica. Yo pienso que el libro de Herzog pertenece por naturaleza a una categoría diferente del libro de Ricard o cualquier otro similar de temática animalista. No se encuentran en el mismo ámbito de conocimiento. El texto de Ricard pretende argumentar moralmente en favor de los animales —en favor de sus intereses y su reconocimiento como individuos que poseen un valor moral. En cambio, se supone que el libro de Herzog pretende simplemente describir la relación entre humanos y los otros animales. El primero pertenece a la categoría de la ética y el segundo a la categoría de la ciencia.

      A mi modo de ver, la antropozoología se limita a estudiar empíricamente qué relación establece el ser humano con los demás animales, cómo se estructura dicha relación, y cuál es la causa y el propósito de esta relación. Desde este punto de vista, los juicios de valor de Herzog estarían un tanto fuera de lugar; aunque entiendo que al tratarse de un libro divulgativo dirigido al público en general, el autor se puede conceder la licencia de exponer sus creencias y opiniones subjetivas.

      Por cierto, me parece que el término está mal forjado. Me refiero a que el término "antrozología" ["anthrozoology"] no sería correcto, porque el término en griego antiguo para denominar al ser humano es "anthropós" y no "anthrós". Por tanto, creo que lo correcto sería escribir "antropozoología" ["anthropozoology"] para designar el estudio científico de la relación entre humanos y los demás animales . Me da la impresión de que quienes crearon y difundieron aquel término no conocían el griego antiguo.

      Un saludo.

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    2. Gracias Luis, eso mismo pensé yo cuando leí "antrozoología" en el libro por primera vez... un "palabro" vertido al castellano diréctamente por los traductores sin corregir el error de su versión original :-). Y si, al no ser un ensayo puramente académico sino destinado al gran público las interpretaciones y los juicios de valor cabían perfectamente en el mismo, aunque desde luego es más cómodo omitirlas y dejar el tema abierto a la interpretación de los lectores. Saludos.

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