domingo, 24 de septiembre de 2017

Paz y armonía en la vida cotidiana

"Los acontecimientos suceden, las acciones se llevan a cabo, pero no hay ningún hacedor individual"

Buda.

"El sabio vive con la comprensión absoluta de que la vida está siendo vivida a través de su propio cuerpo y el de todos los demás en el universo. El sabio experimenta la vida como cualquier otra persona, excepto que él sabe que no hay nadie que esté experimentando"

Ramesh Balsekar.



Ficha: "Paz y armonía en la vida cotidiana", Ramesh Balsekar, editorial Trompa de Elefante, 344 páginas, ISBN: 9788 493 565923

Continúo con mi inmersión en la lectura de libros sobre advaita (no-dualidad) que tenía ya olvidados y pendientes de leer por casa. En este caso le ha llegado el turno a este trabajo del que seguramente fue en vida uno de los mayores maestros y expertos, reconocido internacionalmente en el Vedanta Advaita. Ya tenía comentado en este blog un trabajo suyo, "Deja que la vida fluya", uno de los libros que más he recomendado y dejado en estos últimos años, y que constituye una introducción poco menos que ideal por su sencillez y brevedad al pensamiento del sabio hindú. Aunque el asunto de la sencillez en el caso de este autor puede ser bastante engañoso, el señalado posee un gran contraste en relación con el libro que comento hoy aquí. En este caso en concreto estamos ante un trabajo mucho más completo y ambicioso, una especie de "summun" del pensamiento del autor. En mi opinión mejor y más exhaustivo que otro que leí hace años "Habla la Consciencia", el único publicado con su firma por la editorial Kairós y bastante diferente en cuanto a su formato.

En este ensayo estamos ante un libro de más de 300 páginas, denso y muy completo. Dudo seriamente que la totalidad del mismo hubiese sido escrita por Ramesh con la intención de darle forma publicable, se trata por su forma y estilo de una recopilación de textos sobre el tema principal del libro, la idea de que no somos realmente autores de nuestras acciones, aunque nos parezca que así es, y que solamente a través de la comprensión de este aparentemente ilógico y absurdo concepto puede llegar la felicidad a nuestra vida. Los diferentes cambios de registros, la diversidad de niveles que el libro posee, la abundancia de anécdotas, citas de otros pensadores e incluso "chistes" junto con ese texto formado por párrafos agrupados en unidades temáticas y separados por un signo tipográfico semejante a una "s" grande y acostada, también usado por Eckart Tolle en alguno de sus libros, y que simplemente sugiere una pausa para la reflexión, le da un carácter especial, se asemeja mucho más a una colección de textos dispersos agrupados temáticamente en diferentes capítulos que a un libro escrito de principio a fin en el orden que se lee. El habitual formato de preguntas y respuestas de otros libros de Balsekar, que indica una transcripción de sus charlas y enseñanzas, tal y como se hace en "Habla la Consciencia" desaparece completamente aquí.




Otro de los indicios que podrían indicar este origen disperso es la abundante repetición del motivo principal, ya sé que ello es algo habitual en los ensayos de R. Balsekar, pero es que aquí la repetición va un paso más allá. La cita de Buda con la que encabezo este comentario se lee no menos de seis o siete veces durante el libro, ya que de forma sucinta resume la idea que Ramesh defiende una y otra vez. De todas formas y a pesar de llegar a cansar un poco no hay que olvidar el propósito general de los libros de este gran autor; la pretensión de generar una transformación en el lector, así como en todo aquel que asistía a sus enseñanzas, de provocar un cambio de mentalidad que le condujera a una comprensión profunda, más allá del mero entendimiento intelectual, de la idea que se repite una y otra vez... lo cual de producirse, un objetivo muy ambicioso por cierto, podría acarrear un replanteamiento completo de la forma de entender la vida en el oyente-lector con el resultado de aquello a lo que apunta precisamente el título del libro "Paz y armonía en la vida cotidiana". Es irónico a pesar del propósito calificar este libro de "psicología autoayuda", aunque desde luego una vista superficial del título y portada así lo parezcan,  y desde luego que hay libros de otros autores de advaita en su versión no tradicional que perfectamente podrían encajar en este patrón... pero eso sería negar el importante, colosal diría yo, contenido espiritual del libro, como en otros trabajos de este autor estamos ante una espiritualidad de altos vuelos, un contenido de efectos "sísmicos", capaz de hacer temblar el suelo bajo los pies de cualquiera.

Desde la misma introducción del libro tenemos el planteamiento del meollo del asunto, ¿qué es lo que nos impide en tantas ocasiones disfrutar la vida?, Ramesh cree que una vez resueltos los temas más acuciantes de nuestras necesidades más básicas, de alimento, cuidados médicos, cobijo, educación etc. habituales en la mayoría de la población de los países desarrollados, vemos que la inmensa mayoría de las personas que no tienen que pelear diariamente por estos temas vitales siguen sin poder considerarse felices. Balsekar no va a caer en la trampa de despreciar el materialismo, y menos él que fue durante una década presidente del Banco de la India y conoce mejor que nadie los efectos derivados tanto de la abundancia como de la falta de medios materiales, pero sí que apunta, y con buenos motivos en mi opinión, a que los pensamientos negativos que aparecen en nuestra consciencia acerca de hechos del pasado que nos causaron vergüenza o arrepentimiento, así como otros donde volvemos a recrear palabras o actos de personas que nos hicieron sufrir, tienen la culpa de nuestro estado de infelicidad, sean cuales sean las condiciones personales o materiales que disfrutemos en el presente. 

Lo peor de todo es que nadie puede cambiar el pasado, de modo que no importa el momento que uno viva, esos pensamientos de dolor y vergüenza por lo que hicimos en el pasado, por lo que dejamos de hacer, por lo que dijimos u otros nos hicieron o dijeron van a seguir ahí. Nunca, jamás podremos controlar la llegada a nuestra mente de ese tipo de pensamientos aguafiestas que seguimos invariablemente alimentando con nuestra atención. ¿Existe alguna forma de romper ese círculo vicioso de pensamientos negativos?, cualquiera de las tradiciones místicas y meditativas tienen la solución, o creen tenerla, simplemente observando los pensamientos sin darles fuerza, sin alimentarlos, simplemente observándolos cómo aparecen y desaparecen en nuestra consciencia. Sin embargo para Ramesh Balsekar ello NO es suficiente, pues antes o después volverán a aparecer y nos pillarán con la "guardia baja" y volverán a hacernos daño. 

Él tiene una fórmula personal, directamente derivada de sus creencias espirituales y filosóficas extraídas del Vedanta Advaita. De la misma forma que el gran Ramana Maharsi explicaba que en ocasiones es necesaria una espina para extraer otra que tenemos clavada hay que contrarrestar ese tipo de pensamientos con otro. En el budismo es corriente también una solución semejante, generando voluntariamente un pensamiento positivo por ejemplo para anular otro negativo, además de la tan habitual simple y pura observación desapasionada. Receta que seguramente será recomendada en cualquier tradición de corte místico. La fórmula de Balsekar es simple, no somos responsables de nuestras acciones, nadie es responsable, los acontecimientos ocurren pero no existe "nadie" que pueda ser considerado responsable de los mismos. Es un pensamiento que debe impregnar nuestra conciencia cada día y al que hay que irse acostumbrando teniéndolo constantemente presente. Poco a poco debería, o quizás no, generar una comprensión a nivel íntimo tan fuerte que termine desactivando el círculo vicioso de pensamientos dolorosos-identificación-sufrimiento.


Esta idea aparentemente tan extraña y que parece una llamada a la pasividad y la irresponsabilidad tiene "truco" y debe ser aclarada convenientemente, algo que hará Ramesh a lo largo de todo el libro una y otra vez. Todo el pensamiento filosófico y espiritual que podríamos etiquetar de “no-dualidad”, advaita, sea Budismo Zen, Sufismo, Taoismo, Dgozchen tibetano y por supuesto el Vedanta Advaita del hinduísmo, incide en lo mismo: no vemos el mundo tal cual es, la percepción que tenemos del mundo no deja de ser una ilusión semejante al mundo onírico de los sueños, el hecho de que experimentemos la realidad como una dualidad sujeto-objeto y otros muchos diferentes pares de opuestos no es más que una ilusión que está en la misma raíz del sufrimiento humano. La Totalidad, la Fuente, la Consciencia, el Tao, Dios o como queramos llamarlo, la etiqueta que le asignemos no importa, es lo único que existe y los individuos aislados no somos más que manifestaciones de esa Totalidad, manifestaciones dotadas de la ilusión, por otra parte necesaria para nuestro funcionamiento en el mundo, de ser seres aislados del resto de todo lo que hay. Según R. Balsekar no hay absolutamente nada real en eso denominado “libre albedrío”, una preocupación filosófica sobre la que nunca hemos dejado de argumentar a favor y en contra durante siglos.

Hay filósofos que están completamente de acuerdo con la existencia del mismo, otros afirman que sí existe pero con matices y otros completamente en contra, vamos que lo del “libre albedrío” es una bonita ilusión pero nada más. Balsekar es de estos últimos, para él si sumamos los condicionamientos derivados de nuestros genes y las circunstancias externas de nuestra vida, aquellas que no hemos podido elegir ni controlar, que son la gran mayoría, el resultado está claro, vamos por la vida como los conductores de un vehículo cuyo volante está desconectado de la dirección viviendo la ilusión de que este se mueve a un lado u otro en función de nuestra voluntad cuando lo cierto es que estamos total y completamente condicionados por causas externas que no dependen de nosotros... inclusive nuestros pensamientos, que son los que condicionan y ha veces provocan de una forma u otra nuestras acciones denominadas “libres”. Si no existe el libre albedrío entonces está claro que es una tontería culparnos a nosotros mismos por las consecuencias de unos actos sobre los que realmente no tenemos posibilidad de escoger... tampoco podemos culpar entonces a los demás, pero claro, el que no tengamos posibilidades de escoger no significa que nuestras acciones no produzcan resultados que afectan a otros terceros de la misma forma que sufrimos las consecuencias de las acciones de otros, este es un tema distinto, porque la aceptación de esa realidad no conlleva ni pasividad, ni irresponsabilidad, ni auto complacencia, ni tampoco lleva aparejada la inacción ante los actos de los demás... no nos convertimos en bobos sonrientes y babeantes, tal y como expresó Voltaire en una ocasión "no quisiera obtener la felicidad a condición de ser imbécil", no se trata de eso, se trata simplemente de dejar de luchar contra lo que no tiene remedio, dejar de luchar y hacernos daño a nosotros mismos para empezar.

Lo cierto es que para Balsekar, tal y como comenté antes, la comprensión de que todo cuanto ocurre no es otra cosa que la voluntad de Dios, o de la Totalidad, la Fuente, Consciencia o como queramos llamarla, es lo único que nos puede desconectar de ese círculo vicioso en el que vivimos perpetuamente enganchados con los sentimientos de culpa, vergüenza o ira, debidos a los efectos y resultados de pasadas acciones que ya NO se pueden cambiar. Nos equivocamos por lo tanto cuando nos consideramos autores de nuestras acciones, y también cuando consideramos a otros autores de las suyas. De alcanzar esta comprensión e interiorizarla lo suficientemente no habría lugar para los remordimientos de conciencia, la vergüenza, la ira o el resentimiento... ni tampoco para el orgullo o la satisfacción en el caso de una acción que ha proporcionado resultados positivos, ni tampoco evidentemente para la envidia por los resultados de las acciones de otros. ¿Podemos vivir con esta comprensión y desempeñarnos sin problemas en nuestro quehacer diario? ¿implica alguna diferencia importante?. Es una idea capital en la visión Advaita de Ramesh, de hecho se puede decir que a pesar de la variedad y riqueza de los pensamientos recogidos en el libro, sorprendente en verdad, todo gira en torno a lo mismo. Para Ramesh aquello que en V. Advaita se denomina la "Realización del Ser", es justamente alcanzar esta comprensión y solamente eso... en el budismo lo denominan iluminación.

El autor.
En la India existe una arraigada tradición de buscar a un guru para asuntos espirituales, la relación guru-discípulo posee sus particularidades que resultan un tanto extrañas a nuestra mentalidad occidental, es, o era, también muy frecuente que la vida se dividiese tradicionalmente en tres fases, la primera correspondiente a la infancia y la juventud dedicada principalmente a la educación y la formación, la segunda dedicada al trabajo y la vida familiar, y la tercera y última centrada en los asuntos espirituales. Balsekar en 1,977 ya con sesenta años buscó un maestro espiritual para poder centrarse en estos temas tras una exitosa vida profesional, tuvo ese privilegio pero también una suerte enorme que en su propia ciudad, Bombay, viviese por aquel entonces el que probablemente era la máxima autoridad viva en Vedanta Advaita, un humilde ex-vendedor de cigarrillos hindúes ya retirado, en cuyo domicilio (que todavía albergaba una tienda en la planta inferior) había un improvisado “ashram” o aula. Allí Nisargadatta Maharaj impartía sus enseñanzas a todo aquel que quisiera acudir a recibirlas... la conexión entre el ex-banquero y el antiguo estanquero fue instantánea, Balsekar hizo de intérprete de Maharaj en los últimos años de vida del mismo, llegando a impartir al final alguna de sus enseñanzas en lugar del maestro por recomendación suya. Maharaj falleció en 1.981 y Balsekar dedicó su vida a estos asuntos, comenzando pronto a impartir enseñanzas, escribir y publicar libros. A su muerte en 2,009 había publicado una veintena. Creo que desde 2,008, justo este libro, no se publica nada más de él, la confección (o recopilación como antes he apuntado) del mismo data de 2,003 y tiene una historia interesante detrás.

En 2,001 un empresario que había acudido a uno de los seminarios que Ramesh había dado en Alemania le escribió una carta donde le daba gracias por sus enseñanzas y le comentaba cómo había aplicado una idea de las mismas, la de que nadie es autor de sus acciones, a su trabajo. El asunto es que desde hacía varios años presidía una reunión anual de accionistas de la empresa para la que trabajaba en la que había varias facciones enfrentadas entre sí. Dejó de tomarse aquellos conflictos como algo personal y evaluar con ecuanimidad las posiciones de unos y otros, algo tuvo que cambiar en su actitud y su forma de enfrentar esa, habitualmente difícil, experiencia cuando finalmente fue felicitado por todo el mundo por su trabajo. Por lo visto esa carta de agradecimiento fue el detonante que desencadenó la redacción de este libro... demostrar que más allá de la teoría y que más allá del aspecto intelectual y espiritual de esta convicción, la de que no somos realmente los autores de nuestras acciones, se esconde un enorme potencial para aplicar en nuestra vida personal y profesional. Esa vertiente práctica de unas enseñanzas espirituales son el punto fuerte tanto de este libro como del resto de las enseñanzas de Ramesh, y algo en lo que se diferencia de otros autores de Advaita, esa cercanía con el lector que lo aleja de otros autores mucho más ambiguos y desapegados de los aspectos materiales, o simplemente más “puristas” que se limitan a elaborar trabajos que parecen libros de texto y que se olvidan con la misma rapidez con la que se leen. 

Conclusión.
Es un libro que se puede abrir por cualquier parte y comenzar a leer a partir de ahí, aunque es recomendable comenzar por la introducción que ya de por sí sola justifica la adquisición del libro. Desde ese punto nos vamos a encontrar con un trabajo sencillamente excepcional, difícilmente encontraremos un libro sobre advaita aparentemente en su vertiente no-tradicional, aunque firmemente anclada en el Vedanta, y con referencias a distintas tradiciones religiosas de marcado carácter místico, mejor y más completo que este. Ramesh hace principalmente alusiones al Bhagavad-Gita, pero no deja nunca de desaprovechar la ocasión para demostrarnos que otras tradiciones, especialmente el budismo zen y el taoísmo, llevan a la misma idea y concepto que no se cansa de tratar de mostrar en este trabajo, la inexistencia de un hacedor individual, de hecho el libro abunda en recopilaciones de cuanto R. Balsekar ha podido reunir para apuntalar esta idea, buscando incluso en temas científicos como la teoría cuántica, tal y como se hace desde hace años en los trabajos de esta índole o también en la literatura de clara inspiración mística.

Un asunto en absoluto fácil de entender, pero que cuando se examina y se reflexiona sobre el mismo lo suficiente no deja de desprender un cierto “aroma” a verdad, por muy difícil de asumir que resulte en función del punto de vista desde el que se reflexione. Ramesh era plenamente consciente de ello y lo comentará en muchas ocasiones, pues si este autor tenía una virtud era la de saber ponerse en la piel de aquel que se “topa” con estas ideas que parecen darse de tortas con el sentido común, pero que por algún motivo, y es es mi caso, no puedes dejar de encontrar fascinantes. A pesar del tono repetitivo hay mucho que descubrir en este libro, me parece un trabajo simplemente formidable y recomendable que rompe muchos moldes y echa abajo muchas falsas ideas de la denominada  “búsqueda espiritual”, que en el fondo no es otra cosa que el anhelo presente en muchos seres humanos de acercarse todo lo posible a la Verdad y dotar a su vida de un sentido más profundo.

"Para el buscador espiritual supondría un gran paso adelante darse cuenta de que no es que "su" estado natural de paz y ecuanimidad se de solamente en ciertos momentos, sino que está siempre en dicho estado; ¿en qué otro estado podría estar? Pero lo olvida en aquellas ocasiones en las que se sume en los recuerdos del pasado, cuando piensa en las muchas acciones que llevó a cabo y que no debería haber hecho, o en las acciones que debería haber hecho y que no hizo. Cuando no piensa en el pasado, especula sobre sus miedos y sus esperanzas en un futuro incierto e imagina, innecesariamente, que es infeliz. En cualquiera de los dos casos pierde la tranquilidad de sentirse "en casa", en el estado natural del momento presente, al sumirse en el lujo ilusorio de vivir en el pasado o en el futuro. Uno está siempre en el estado natural, excepto en las ocasiones en las que se aleja de él, de Consciencia impersonal del momento presente, del SOY."

"Por tanto, vemos que el sabio, alguien en el que ha tenido lugar la Comprensión Final, vive su día a día libre de ataduras afectivas, sin culpar a nadie por ninguna "acción", y desempeña su papel en este drama ilusorio llamado vida sin tomase nada demasiado en serio, ¡con una cierta sensación de sorpresa ante lo aparentemente absurdo que es todo!".

Dos enlaces que recomiendo, en el primero el que apunta a la ficha que sobre el autor hay en nodualidad.info donde podemos ver todos los libros de este autor junto con unos excelentes comentarios sobre los mismos. El segundo es un vídeo alojado en Youtube donde podemos ver al autor en vida dando una charla en su casa, justamente sobre el tema principal del libro.

Lo mejor: La mejor, más clara y completa exposición, aunque un tanto particular, que he leído hasta ahora de la filosofía del Vedanta Advaita, escrito en un tono cercano al lector y muy poco académico, también muy alejado del tono habitual condescendiente y alejado de asuntos mundanos que otros autores poseen, pero no por ello exento de profundidad y seriedad. Temas como la responsabilidad de las acciones, la búsqueda de la paz y la felicidad en la vida, la muerte, el significado de la existencia... y todo aderezado con multitud de citas, anécdotas sacadas de su vida, mención a hechos científicos, chistes inclusive... Ramesh dotaba a sus escritos y sus enseñanzas de un estilo fresco y vivo que le convierten en un autor inigualable. Este ensayo es simplemente oro puro, vale la pena si uno está interesado en estos temas.

Lo peor: Su excesivo uso de un mensaje repetitivo y didáctico llega a cansar, también es muy irregular y da muchísimos “bandazos” de temática y estilo, posee multitud de niveles y da la impresión de ser un poco caótico... aunque constituya de hecho un maravilloso caos donde merece la pena perderse; pero la verdad es que podrían suprimirse perfectamente más de cien páginas del ensayo y conservaríamos intacta la fuerza y riqueza de su mensaje. Una pena que la editorial que le ha publicado buena parte de sus trabajos haya, de momento, desistido de publicar más obras suyas.


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