domingo, 3 de septiembre de 2017

Las torres del olvido

"El efecto invernadero. Es improbable que tengamos información concreta sobre la extensión de este fenómeno antes de que termine el siglo. Podría tratarse de unos cambios climáticos graduales y comparativamente suaves (aunque no por ello deberían ignorarse), o podría ser un desastre global que golpease de forma violenta o repentina.

Únicamente podemos estar seguros de que en el curso de las próximas dos o tres generaciones tendrán lugar enormes cambios, todos ellos causados por nosotros mismos y para los cuales no estaremos preparados. ¿Cómo podríamos estarlo? Hablamos de dejar a nuestros hijos un mundo mejor, pero prácticamente no hacemos más que enfrascarnos en nuestros problemas cotidianos y esperar que las catástrofes a largo plazo no se produzcan nunca. 
Tarde o temprano, alguna de ellas se producirá. Las torres del olvido trata del posible coste de la autocomplacencia. Que duerman ustedes bien."     

George Turner. 1.987.



Ficha: "Las torres del olvido", George Turner, Ediciones B, 587 páginas, ISBN: 978 8440 66 8134


Cuando al final de su vida profesional George Turner, ya con setenta años de vida, publicó esta novela, hizo algo más que buscar el dinero o la fama que cualquier escritor podría legítimamente perseguir, envió un mensaje al futuro para las siguientes generaciones. Viví los años ochenta, tenía 19 años cuando esta novela fue publicada, y no recuerdo que el problema del cambio climático fuera algo muy comentado por aquel entonces. 

El agujero de la capa de ozono, las acciones de Green Peace contra los vertidos de residuos nucleares en el mar, el miedo a un accidente nuclear, materializado por desgracia en Harrisburg en los setenta y Chernobyl ya en plenos años ochenta, o incluso la posibilidad de una tercera guerra mundial, creo que fueron temas mucho más publicitados en aquella década. Sí, algo se habló del posible cambio climático, de la necesidad de restringir la emisión de CO2... pero mucho, muchísimo menos que  las siguientes décadas. Buscando en internet he visto que la primera cumbre internacional sobre el clima se celebró ya en Ginebra en 1.979. Desde entonces se han convocado no menos de nueve reuniones y conferencias internacionales con los resultados prácticos que pronosticaba George Turner en 1.987, es decir, con ninguno. Es posible que sus palabras sonaran pesimistas en su momento, pero estaba muy claro que estaba siendo simplemente realista. El conocimiento de la naturaleza humana, del que da una buena muestra en este libro, y el problema principal de las democracias... es decir, la incapacidad generalizada de unos gobiernos elegidos para periodos de cuatro o cinco años para la planificación a largo plazo, era ya un problema para cuya anticipación tampoco había que ser un visionario.



La novela consiguió el premio Arthur C. Clarke de ciencia ficción en 1.988, el mayor galardón que George Turner conseguiría en vida, publicó posteriormente un par de novelas, aún inéditas en castellano, que yo sepa, y terminó sus días en 1.997, para entonces había sido nombrado invitado de honor a una convención internacional de ciencia ficción que se iba a celebrar en 1.999 en Melbourne y a la que lógicamente no pudo asistir, Australia perdió al que seguramente ha sido su mejor autor de este género, o subgénero, literario. Cada año que hubiese vivido más le hubiera demostrado lo acertado, por desgracia, de algunas de sus predicciones.



La edición que he leído corresponde a la publicada por Ediciones B en bolsillo de 1.997, aunque la primera edición en castellano se publicó en 1.989 como corresponde a una novela premiada y conocida. La adquirí en un lote de libros baratos hace unos cuantos años y ha venido bien que haya tardado tanto tiempo en leerla... treinta años desde su publicación dan margen suficiente para ver hasta que punto las predicciones del Sr. Turner se han cumplido o no. Aunque pensé que la novela podía estar descatalogada me ha alegrado comprobar que no es así y que existen incluso versiones en versión electrónica. No me extraña, los temas de los que habla, el cambio climático, las desigualdades sociales, la superpoblación y las crisis económicas, difícilmente van a pasar de "moda" por desgracia.




La historia que nos cuenta, a pesar de su claro pesimismo, no es la típica novela de anticipación catastrofista, aunque los editores en la edición de bolsillo le añadieron la coletilla publicitaria "El mejor heredero de George Orwell", la verdad es que no es para tanto... el futuro que describe es sombrío, no se puede negar, pero el hecho de que la novela arranca como una historia dentro de otra historia posterior le quita un poco de hierro al tema, al fin y al cabo la humanidad ha terminado sobreviviendo y desembocando en una sociedad aparentemente mejor que la actual.

Todo comienza en un futuro lejano, a finales seguramente del tercer milenio, un dramaturgo australiano busca material para documentarse sobre la llamada "Cultura de Invernadero" que existió en el siglo XXI, el nuestro. A pesar del tiempo transcurrido son visibles todavía los efectos de aquel cambio climático que se desencadenó en este siglo, las torres que se citan en el título, en la edición en castellano porque el original era "The sea and summer", son los restos de una docena de imponentes rascacielos que se ubicaban en la zona cercana a la costa en Melbourne. De sus más de setenta pisos originales, apenas han quedado unos pocos por encima del nivel del mar. Allí trabajan los arqueólogos todavía rescatando restos de lo que era la vida cotidiana en unas construcciones de pesadilla. Edificios donde se amontonaban miles de seres humanos en unas condiciones pésimas, rozando lo imposible.

Teniendo poco tiempo para documentarse y demasiada información sobre la que trabajar, una historiadora le pasa una novela "histórica" que ha escrito ella misma, basada en la información que durante años ha ido recopilando, sobre el periodo de mediados del siglo XXI. Una historia que se desarrolla precisamente en Melbourne y donde incluso hay algún personaje que vivió en aquel entonces en una de las torres ruinosas que el dramaturgo ha visitado. Pronto este quedará enganchado con la obra y prescindirá de cualquier otra documentación... 

La historia nos muestra los avatares de una familia acomodada de Melbourne, los Conway, perteneciente a la clase "supra" que reúne únicamente al 10% de la población, a partir de que el cabeza de familia, el padre, pierda su empleo... tragedia que le lleva a suicidarse ante la perspectiva de ver como su familia pueda descender socialmente y zambullirse en la clase "infra", el otro 90% de la población que no trabaja, vive hacinada en enormes construcciones y espacios reducidos, y es mantenida a duras penas por el subsidio público. Un empleo es lo que diferencia a ambas clases sociales, profundamente divididas, tanto que incluso hablan idiomas casi diferentes. La madre, Alison, y sus hijos varones Teddy y Francis, son reubicados en la llamada "periferia", una zona deprimida de los barrios "supra" que limitan y tienen a la vista a las zonas "infra", una especie de limbo, un purgatorio con el infierno a la vuelta de la esquina y que saben que habitualmente constituye la antesala del hundimiento definitivo.

Profundamente orgullosos, con aires de grandeza a pesar de su pertenencia a una simple clase obrera, la familia se ha pasado la vida mirando por encima del hombro e ignorando a la clase "infra", a la que consideran poco menos que salvajes incivilizados, vagos y delincuentes, desechos humanos a pesar de constituir el 90% de la población en la supuestamente civilizada Australia del siglo XXI. La nueva realidad que van a sufrir y experimentar va a poner una y otra vez patas arriba sus convicciones y prejuicios. A lo largo de toda la novela van a experimentar, aunque de forma diferente en cada caso, una conversión, dolorosa eso sí, que les va a demostrar una y otra vez lo equivocados que estaban y cómo en su privilegiado guetto de antaño vivían de espaldas a la realidad.



La novela es extensa aunque contiene pocos personajes, además de los miembros de la familia Conway nos encontraremos con Billy Kovacs, un "infra" que ha acumulado bastante poder en su comunidad y que se erigirá en protector de la desafortunada familia, con el capitán de policía Nikopoulos, que se convertirá en el mentor de Teddy, y Nola Parkes, una ricachona benébola y corrupta, los seis, con algún personaje secundario, y con capítulos donde se muestran los hechos desde diferentes puntos de vista, nos irán desvelando detalles de la realidad social en la que viven. El choque entre la mentalidad de las dos clases sociales, los manejos de la política y la economía, los efectos de una subida progresiva del nivel del mar, los problemas de salud, el hacinamiento en el que viven los infra, la visión apocalíptica de una sociedad al borde del colapso, el miedo a la exclusión social... todo ello forma un rico marco donde va a tener lugar la historia que se prolongará durante una década. 



Como la mayoría de las novelas de ciencia ficción, o al menos de las buenas, estamos ante la típica obra donde el fondo, las ideas y lo que se pretende comunicar predomina claramente sobre la forma. La sensación es de una historia contada de forma escueta en el aspecto visual, probablemente por las limitaciones como narrador de George Turner, una historia que gira constantemente en sí misma, una especie de thriller psicológico donde se nos van a mostrar continuamente el mundo interior de sus personajes y donde, con una sola excepción, estos van a ser bastante esquemáticos y planos. La excepción es el personaje de Teddy Conway, que al comienzo de la novela se nos muestra como un bruto insensible y algo psicópata, para ir evolucionando y cambiando su forma de actuar y pensar a lo largo de la historia. 

El fondo, la idea que subyace a la obra de principio a fin, es mostrarnos un futuro posible, que el autor ubicaba en la mitad del siglo XXI, un siglo devastado por la crisis económica, ambiental y unas desigualdades sociales brutales. A pesar de todo hay, como suele ser habitual en la mayoría de la ciencia ficción, una visión optimista... la humanidad sobrevive a ese siglo de catástrofes, pero evidentemente no lo hace gratis. En el momento en que arranca la historia la realidad es diferente, se siguen sufriendo las consecuencias del cambio climático, en este caso con un inicio de lo que podría ser una era glacial, y se culpa directamente a los antepasados de esa "cultura de invernadero", la nuestra. Solamente la aparición de un nuevo tipo de ciudadano y el establecimiento de una nueva mentalidad, que hace su asomo aunque de forma incipiente en la novela, podrá evitar el desastre total. Optimismo por lo tanto en el fondo, por parte de un escritor que estaba ya en sus últimos años de vida y que tampoco quería dejar para el futuro un mensaje de desesperanza. La humanidad saldría adelante, de una forma u otra. 

Lo mejor: Una sombría visión de hace treinta años, que se ha mostrado acertada en buena parte, Turner acertó de pleno en la incapacidad de los políticos para hacer frente al problema, acertó también en la existencia de crisis económicas futuras que ampliarían la brecha entre ricos y pobres,  y en que las revoluciones, no confundir con revueltas, iban a convertirse en un asunto imposible. Como nota curiosa hay que resaltar que la tan endiosada y venerada tecnología brilla por su ausencia en esta novela, que posee poco de ficción, lo justo, y menos aún de ciencia. No es una novela especialmente buena en mi opinión, George Turner me parece un escritor que era bastante limitado, pero sí lo bastante hábil en plasmar asuntos psicológicos y sociológicos como para hacer que su lectura valga la pena, asuntos y aspectos que suelen estar ausentes en la mayoría de las novelas del género.

Lo peor: La historia se alarga innecesariamente, su parte intermedia es un poco tediosa y le sobran no menos de cien páginas. Hay un tratamiento en general benébolo de las instituciones y el gobierno australiano, a pesar de todo, que resulta poco creíble, como poco creíbles son algunos de los personajes. No hay mención al sistema político y a las elecciones, tampoco se anticipa la existencia de una red de comunicaciones mundial, no se habla del tema de la inmigración, no hay comunicaciones internacionales, los personajes parecen vivir en una burbuja... si a la novela se le quita el elemento "cambio climático" pierde bastante interés, no deja de ser una especie de obra teatral sobredimensionada, quizás en el fondo esa era la pretensión original de su autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario