sábado, 17 de junio de 2017

Arden las redes

"Estábamos permanentemente conectados y no todos sabíamos gestionar los sentimientos que este poder despertaba en nosotros. Las apariciones de la ofensa en la sociedad se multiplicaron. La herramienta que nos irritaba nos permitía desahogarnos. Los medios de comunicación en crisis, buscando el clic, expandieron y legitimaron estos sentimientos. La política se volvió sentimental, la economía se volvió sentimental, todo era público, todo manchaba. Las masas descritas por Ortega se habían convertido en protagonistas de algo. Por todas partes florecía una especie nueva: los pajilleros de la indignación"


Ficha: "Arden las redes. La poscensura y el nuevo mundo virtual", Juan Soto Ivars, editorial Debate, 286 páginas, ISBN. 9788 499 927 527
































Vuelvo a la actividad en este blog tras un paréntesis de dos semanas y lo hago con otro ensayo del que ha sido, de momento, mi ensayista-revelación en lo que va de año, al menos en lo que a autores hispanos se refiere, Juan Soto Ivars ha publicado este año otro ensayo con su firma, el trabajo anterior, comentado en mi post "Un abuelo rojo, otro abuelo facha", me gustó, aunque también me pareció un tanto irregular y alocado, en él encontré a un autor con el que de alguna forma me identificaba bastante en su forma de pensar. No estaba siempre de acuerdo con sus opiniones o me gustaba lo que escribía, pero había como una especie de fondo general, una orientación en el tono de su obra con la que me identifiqué rápidamente, así como una frescura y desparpajo a la hora de escribir que me enganchó desde las primeras páginas. 

En este otro trabajo, bastante más logrado en mi opinión, me he vuelto a encontrar de nuevo con esa misma sensación, la de leer a alguien sensato, poco o nada pagado de sí mismo, cansado de ciertas cosas por un lado, pero también con capacidad de poner las cosas en su sitio sin hacer sangre, y atacando ciertas posiciones de raíz, apuntando justo a la "línea de flotación". Mesura, reflexión, buena documentación, estilo claro... y sobre todo un tema muy de actualidad que lo tenemos cada día al alcance de los dedos, el papel de las redes sociales en ciertas campañas de "linchamientos" promovidas en internet y el papel que dichas campañas, multitudinarias y que de forma notoria saltan a los titulares de los periódicos y corren como liebres multiplicándose como los virus.

No es la primera vez que leo algo parecido sobre el tema, ya hace tres años publiqué aquí un post sobre el trabajo de Pablo Herreros "El poder es de las personas", donde narraba una campaña que él mismo dirigió e ideó contra lo que consideraba un abuso de un programa de televisión. Aquella campaña parecía haber inaugurado una nueva época, más feliz, en la que por fin los ciudadanos normales y corrientes podíamos hacer presión y participar en acciones que parasen los pies a conductas consideradas reprobables. En este caso el objetivo era un programa de actualidad que había traspasado la línea del buen gusto y lo éticamente permisible. El problema es que en estos últimos tres años el asunto ya se ha salido de madre. En mi caso particular hace ya tiempo que no estampo mi firma como apoyo a ninguna "causa", por noble que me parezca, al constatar por ejemplo la nula selección de dichas causas en las páginas de recogidas de firmas, antes era rara la semana donde no firmaba apoyando una u otra, y tras leer este libro le he cogido alergia a compartir en Facebook ningún mensaje de denuncia o condena de tal o cual personaje...  y es que es tan sumamente FÁCIL dejarse llevar por las emociones, dejar a un lado la prudencia y darle a la tecla... imagino que tan sencillo como en otras épocas unirse a la turba y arrojar la piedra en una lapidación pública, y seguramente con la misma sensación momentánea, y falsa naturalmente, de hacerlo desde una superioridad moral.


Juan Soto denuncia en ese ensayo los linchamientos "vía twitter", poniendo especial énfasis en aquellos donde el objetivo no fue una organización, institución o empresa, sino personas que simplemente habían tenido la "osadía" de publicar algo en las redes sociales, compartiéndolo con su particular grupo de contactos, que había ofendido a un determinado colectivo y que gracias a la rapidísima propagación de mensajes se habían orquestado y difundido campañas de ciber-acoso en cuestión de horas. Ejemplos en general de gente a la que podríamos calificar así de entrada como completamente "inocente", si acaso pecaron de ingenuidad y mal gusto, y que fueron linchados en las redes por gente supuestamente "normal", situaciones donde la presunción de inocencia brillaba por su ausencia, donde muchas veces la supuesta ofensa se convertía en una especie de cheque en blanco predominando el insulto, las amenazas y los comentarios más aberrantes, con frecuencia mucho más violentos y salidos de tono que el chiste o la gracieta que había puesto en marcha todo el lío.

Hay en su libro un símil bastante acertado entre el "twittero" protagonista de estos actos de agresión y protesta y el conductor medio, ambos aparentemente personas normales, dan rienda suelta a su ira y su furia en situaciones de estrés de un modo que sorprende a quien los conozca en otro ámbito. Aunque el autor se ciñe a las campañas en twitter no es nada extraño ver la misma "mala leche", superficialidad, grosería y cobardía en los foros de opinión, o en comentarios a cualquier artículo de opinión... de eso el autor y cualquier periodista que escriba en la red saben bastante, la tentación que proporciona el anonimato y la sensación de impunidad es demasiado fuerte para muchos, y ese mismo espíritu pulula en cualquier red social.  

Más allá del daño ocasionado por estas campañas descontroladas, que en ocasiones ha sido importante, hay algo peor... el miedo que se difunde entre escritores, periodistas, humoristas y demás gente que desarrolla una actividad más o menos pública a ofender. En cualquier momento cualquier cretino, no puedo calificarlos de otro modo, saca alguna de sus frases de contexto, las adorna con algún comentario ofensivo y las pone en circulación entre sus contactos... la mecha puede prender y por los motivos más peregrinos. Ello produce el efecto de lo que Juan Soto denomina "poscensura", la censura que no ejerce ninguna institución en particular, una censura que no tiene como protagonistas a los funcionarios de un estado totalitario sino a la propia autocensura del que escribe o planea un "sketch" humorístico, escribe un artículo en un periódico, o bien, expresa cualquier opinión delante de un micrófono... o incluso comenta un chiste de mal gusto en las redes sociales, véase el archiconocido caso Zapata y otros. Se forma la bola de nieve, echa a rodar y llega un punto en que nadie sabe las consecuencias que puede tener. Cada vez hay una conciencia mayor de que tal cosa puede suceder y hace acto de aparición el miedo, y no solamente en forma de la natural prudencia de no ofender a nadie de forma gratuita sin pretenderlo, sino también miedo a que algo dicho o escrito desde una actitud irónica no sea comprendido y termine uno siendo poco menos que linchado por algo que no ha dicho realmente. 

Motivos claros de persecución política, como el caso Zapata mencionado, de ofensa racista, machista, frases sacadas de contexto donde se elimina el efecto de la ironía, insultos propagados por gente que en su mayoría ni siquiera han leído el material objeto de la ofensa, o que simplemente sin el menor atisbo de sentido crítico o reflexivo comparten las condenas porque sí. El mecanismo psicológico que puede explicar este fenómeno, así como las explicaciones sociológicas abundan en el libro. Más que las entrevistas recogidas en el ensayo de personas que han sufrido este linchamiento en twitter la investigación y el material aportado por Juan Soto sobre el tema de la censura han sido, al menos para mí, lo más interesante. Así como sus críticas a la obsesión por lo "políticamente correcto", con una especial alusión al tema del nuevo feminismo que utiliza activamente estas campañas. Juan demuestra bastante valentía al meterse en ese avispero, y creo que muy buen juicio a la hora de analizar este tema en particular, donde es tan sumamente fácil cometer excesos. Se nota mucho que era consciente que sus palabras serían posteriormente miradas con lupa y en ocasiones se le nota haciendo muchos equilibrios :-). Las alusiones y la explicación a lo que Juan denomina "guerra cultural" me ha parecido de lo mas interesantes también... es que lo observo cada día en las redes sociales.

Lo mejor: Un ensayo excelente, bien escrito, sensato y de una gran actualidad que no puede dejar indiferente a nadie, me parece un gran análisis de la actual situación de la influencia de las redes sociales. Muy bien también esa historia de la censura en el anterior régimen, las críticas a los excesos de la moda de lo políticamente correcto y el análisis de las guerras culturales en las que andamos inmersos. Lo recomiendo encarecidamente.

Lo peor: La caja de Pandora apenas ha comenzado a entreabrirse y de momento solamente nos muestra un espejo que no refleja precisamente algo bonito.

2 comentarios:

  1. Interesante este ensayo de Juan Soto Ivars que reseñas. Creo recordar que también leí el post que hicieras hace ya años de otro ensayo de este autor y creo recordar que también me gustó el asunto que en él planeaba el autor.
    Todo lo que comentas aquí lo suscribo plenamente. Yo también me cuido mucho ahora de firmar en esa plataforma de recogida de firmas porque nunca sabemos qué se hace con nuestros datos que tan alegremente damos. Lo de las campañas de descrédito en Twitter, Facebook y tal ya son tremendas. Me gusta es término de poscnsura. Vivimos en la edad del Pos... todo.
    Buena reseña como siempre, amigo.
    Un fuerte abrazo

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  2. Hola Juan Carlos, gracias como siempre por leer y comentar por aquí. Si, Juan Soto es una voz sensata en un mundo (el de las redes sociales y más allá) que parece haber perdido un poco la cordura y el sentido común. Lo de dejar de participar en firmas y compartir post dedicados a las campañas de linchamiento era una decisión que poco a poco he ido tomando... y tras leer su ensayo me reafirmo en ello. Muy interesante tu último, o penúltimo, post "La noche que Frankestein leyó El Quijote", es un autor al que he leído bastante y ese curioso título me tentaba... igual le echo el guante y lo comento un día de estos. Un abrazo.

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