domingo, 2 de abril de 2017

Instrumental

"Vosotros y yo estamos conectados de forma inmediata a través de la música. Yo la escucho. Vosotros la escucháis. La música ha empapado nuestras vidas y ha influido en ellas tanto como la naturaleza, la literatura, el arte, el deporte, la religión, la filosofía y la religión. Es la gran unificadora, la droga preferida de los adolescentes de todo el mundo. Brinda consuelo, sabiduría, esperanza y calidez; lleva haciéndolo miles de años. Es medicina para el alma. Hay ochenta y ocho teclas en un piano y, dentro de ellas, un universo entero"


Ficha: "Instrumental. Memorias de música, medicina y locura", James Rhodes, editorial Blackie Books, 279 páginas, ISBN: 978 84 16290437

Cuando vi este libro en la sección de novedades de la Biblioteca Regional no pude resistir la tentación de tomarlo en préstamo, su autor no era en absoluto desconocido para mí. Meses antes había tenido un ejemplar en mis manos en una conocida cadena de grandes almacenes, donde le estaban haciendo una buena promoción, y lógicamente llegó a despertar mi curiosidad... aunque no tanto como para adquirirlo.

Posteriormente volví a encontrarme a este autor por Internet en alguna que otra entrevista y terminé incluso suscribiéndome a su canal de Youtube. Tuve la oportunidad hace poco tiempo de haberle visto en persona ya que vino a dar un concierto a Murcia, pero no me apeteció ir... simplemente pensé que con sus vídeos ya tenía suficiente. Ahora me arrepiento un poco de ello tras haber leído este libro, porque asistir a un concierto suyo y comentarlo también aquí hubiera sido un colofón ideal para este artículo :-).

El libro de principio a fin tiene una clara intencionalidad, promocionar la música clásica, ese es el actual caballo de batalla de James Rhodes a través de su pequeño sello musical "Instrumental", y de sus actuaciones en vivo, en las que nos podemos encontrar a un pianista profesional bastante alejado de los habituales estereotipos que envuelven, o más bien momifican, a la por otra parte mal llamada música clásica, desde hace demasiado tiempo. 

Rhodes pretende dignificar el género, no tanto a base de unas actuaciones plenas de virtuosismo... él aunque es un buen pianista está todavía lejos de los mejores intérpretes de música clásica, lo admite y lo reconoce, es bueno pero realmente los hay mejores... lo que pretende en cambio es quitarle esa aureola de elitismo y ese apego a las formas y una estética que solamente podemos calificar de aburrida y decadente, y por otra parte también mostrarnos composiciones de grandes músicos tal cual, sin edulcorar ni simplificar tal y como algunas discográficas hacen con recopilaciones de clásicos populares y engendros donde se pule, mutila y endulza para que lleguen a "todos los públicos", en definitiva un engaño y un timo que en nada beneficia al género. De ahí que Rhodes como intérprete rompa varios moldes, por un lado elimina la tradicional barrera entre músico y público con charlas antes de cada interpretación sobre las piezas que va a tocar, explicando el porqué ha elegido a ese compositor en particular y esa pieza en concreto, cuenta chistes, relata anécdotas y también nunca lo veremos con frac y pajarita... anda siempre con ese estilo personal, y desaliñado, suyo y con la misma ropa que podría llevar estando en casa y con la que se siente cómodo.

Rhodes busca también la complicidad del público y captar sobre todo a gente joven, no especialmente entendida en música clásica ni inicialmente interesado en la misma, y conseguir, a través de esa ruptura de límites y un ambiente distendido e informal, que más gente se sienta atraída por la gran música de todos los tiempos. 

Ese es el objetivo del presente libro, una reivindicación de la música, una declaración de amor si se quiere expresar así... y ello no solamente por motivos profesionales o comerciales, no solamente por el interés personal que Rhodes pueda tener en ello... hay algo más, mucho más. El libro está embebido, anegado y envuelto en notas autobiográficas, hay una parte musical, importante, a comienzo de cada capítulo, que cobra más y más peso cuando el libro se aproxima a  su parte final, pero a pesar de los esfuerzos del autor el elemento "música" queda en un segundo plano en la mayor parte del texto ¿qué tenemos a cambio?, pues el relato directo, crudo y desgarrador de una vida atormentada por las secuelas de unos abusos sexuales, unas violaciones vamos, que el autor sufrió a la tierna edad de seis años y que se prolongaron hasta los diez, algo inconcebible, horroroso, brutal... no hay adjetivos en el diccionario para calificarlo.



Unos abusos que le marcaron de por vida, que sin ser denunciados en su momento le ocasionaron una devastación a nivel psicológico de tal calibre que le han marcado para siempre, no fueron denunciados hasta muchos años después pero para entonces la víctima en este caso llevaba a cuestas una vida marcada por el abuso de las drogas, la promiscuidad, conductas antisociales, auto destructivas... una separación de su primera esposa, la pérdida de la custodia de su único hijo, al que va dedicado el libro etc... el autor una y otra vez nos repite lo mismo, lo deja a entender de todas las formas posibles, la música tiene una propiedad curativa y mágica que la convierte en el refugio ideal contra las adversidades de la vida, así ha sido en concreto con la suya. Hablamos de un hombre que ha pasado por varios psiquiátricos, que en ocasiones ha estado sometido a una medicación tan fuerte que lo convertían en un zombie, a varios intentos de suicidio frustrados, a una vida psicológica devastada y desequilibrada en grado sumo... y aun así ha sobrevivido a ello, se lo debe a un grupo de personas cerca suyo realmente extraordinario, él lo reconoce una y otra vez, pero también al poder curativo de la música que le ha proporcionado siempre ese punto donde poder refugiarse básicamente de sí mismo... porque otra cosa que deja claro desde el comienzo es que aparte del canalla que abusó de él en su niñez el enemigo número uno que ha tenido en su vida ha sido siempre él mismo.

Rhodes escribe con una sinceridad apabullante, brutal, este es un libro lleno de frases cortas, cortantes, contundentes, palabras malsonantes, adjetivos no precisamente positivos, pero hay algo en esa forma de escribir que ametralla al lector desde la primera página que hace que no puedas soltar el libro. Tardé dos días en leerlo... y eso porque no tuve demasiado tiempo para ello porque perfectamente lo podía haber terminado de una sentada. Lo que cuenta es fuerte, bestial, es un libro que hace pocas concesiones... y que da la impresión de que aun así hay bastante de autocensura en el mismo para no cargarlo demasiado de situaciones escabrosas. De todas formas con lo expuesto hay más que suficiente, hay uno o dos momentos en los que reconozco que sentí una pinza en las tripas leyéndole dejándome un "mal cuerpo" bastante feo.

Aunque sea terrible quizás lo mejor de todo sea la descripción que el autor nos hace de sus estados psicológicos, de sus errores de apreciación, de cómo el sentimiento de ser una víctima, el victimismo, es lo peor que podemos hacer en la vida y que resulta tan adictivo como la peor de las drogas. En el relato lo veremos una y otra vez ascender y caer, momentos buenos donde parece que todo ha quedado atrás y solo forma parte de una pesadilla, a otros donde no ve salida alguna salvo el suicidio... una espiral que baja más y más y que dificilmente dejará de remover conciencias. Aparte del infierno psicológico que Rhodes nos relata con detalle, quiero destacar esos brillantes y estremecedores inicios de cada capítulo donde nos recomienda una pieza musical concreta, nos habla de su compositor y del intérprete elegido y donde se nos cuenta una y otra vez la vida tan dura y disfuncional que han llevado la mayor parte de los grandes compositores, algo que difícilmente se nos contará en las hojas interiores de un CD de música clásica o en cualquier documental. 

Mención aparte merece aquello ya comentado al inicio, la particular lucha de este intérprete de traer un poco de la popularidad que la música clásica se merece, fuera de los consabidos estereotipos y la habitual forma de hacer, ya completamente desfasada, de la industria de la música... no sabemos si lo logrará o no, pero no he podido hacer otra cosa que asentir y darle la razón al leerle.

Como muestra aquí tenéis un enlace a un vídeo suyo en Youtube y a algunos materiales que andan en esta página con James Rhodes como protagonista:

Un concierto y una charla en la conocida página TED, otra más dada en Madrid. Una entrevista en castellano donde promociona el libro, esta otra en el programa "Salvados" de Jordi Évole... y por supuesto este vídeo de su canal de Youtube donde interpreta su adorada "Chacona" de Bach arreglada por Busoni, la pieza musical que le cambió la vida cuando la escuchó a los siete años y supo con certeza que terminaría dedicándose a la interpretación de piano y que no importaba lo que le ocurriera en la vida mientras tuviera la música para refugiarse en ella. Hay mucho más material, a estas alturas Rhodes debe ser el pianista más "mediático" del mundo por diversos motivos, entre otros naturalmente este libro, estamos ante una persona absolutamente excepcional, en lo bueno y lo malo, y ese tipo de personas con frecuencia no tienen a bien escribir un libro. Haceros un favor y leedlo.


Lo mejor: Un relato muy duro, durísimo, aviso que no es para lectores pusilánimes... pero también impregnado de sentimientos de amor y esperanza, "Visceral" hubiera sido un título más apropiado, pocas veces, prácticamente ninguna de hecho, he leído algo tan fuerte y tan directo y contundente. El hecho de que haya alguien que haya pasado por este infierno, haya sobrevivido para contarlo, y haya reconducido su vida para dedicarse a algo más grande que él mismo es algo que finalmente... a pesar del calvario y el sufrimiento relatado, reconforta. NO es un libro pesimista y oscuro, no del todo al menos, quiero dejarlo claro. Lo recomiendo... pero con reservas, y antes que nada a todos aquellos lectores que además sean aficionados a la música clásica, ellos estoy seguro que sabrán apreciarlo mucho más.

Lo peor: Tanta pasión, tanta reacción visceral, tanto taco y tanta frase que parece escupirle al lector cansan un poco... menos mal que al final el tono se modera bastante. No me extraña que su primera mujer pleiteara con él oponiéndose a la salida a la publicación de este libro. Se lo dedica a su hijo, en fin, espero que el niño no quede "tocado" cuando algún día lea lo que su padre ha escrito.


2 comentarios:

  1. Estupenda reseña la tuya.Me ha gustado mucho. Al contrario que tú yo tuve la oportunidad de asistir a un concierto suyo tras haber leído este libro. Es un libro duro que, aparte de los hechos durísimos que cuenta, sirve para difundir el aprecio por la música clásica. Y también -esto es una pequeña maldad, a lo mejor muy equivocada. No sé- para llevar gente a sus conciertos.
    Los abusos sufridos por el niño que fue el autor son inaceptables de todo punto. Las consecuencias psíquicas y físicas que lleva arrastrando desde entonces son terribles.
    Del libro echo en falta alguna referencia a los padres de James Rhodes que los veo como desaparecidos y apenas cuestionados por el adulto James. En fin, un libro que levanta muchas preguntas.

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  2. Hola Juan Carlos, efectivamente el autor por mucho que no sea su intención principal va a usar su historia personal para llamar la atención, juega con el morbo y aunque desde el comienzo no desea adoptar el papel de víctima tampoco puede evitar caer un poco en él, es inevitable. Respecto a lo que dices de sus padres también es verdad... por ejemplo al padre casi ni lo nombra, a su madre le da las gracias pero tampoco aporta nada más. Está claro que ha "cortado" mucho material y que el propio autor ha realizado un ejercicio de autocensura. Si intentaba ante todo promocionar la música clásica y de pasada contar su historia personal como prueba del efecto curativo y positivo de la música está claro que se le fue un poco la mano :-). Afortunadamente una vez expulsada toda la bilis y vomitar todo (o casi todo) lo que llevaba dentro, ya lo tenemos en un plan más tranquilo, conciliador y centrado en la difusión de la música. Su último libro va ya por esa línea... le eché un vistazo y me dieron ganas de volver a comprar un teclado (tuve uno y lo terminé vendiendo porque vi que la música no era para mí) y ponerme a seguir sus clases ... y tal vez lo haga cuando me canse de este blog :-DD. Un abrazo.

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