viernes, 6 de enero de 2017

La resistencia íntima


"Los frentes de la resistencia llevan también de un nivel a otro, a veces sin solución de continuidad. El resistente se resiste al contentamiento masivo. El resistente se resiste al dominio y a la victoria del egoísmo, a la indiferencia, al imperio de la actualidad y a la ceguera del destino, a la retórica sin palabra, al absurdo, al mal y a la injusticia"


Ficha: "La resistencia íntima", Josep María Esquirol, Editorial Acantilado, 178 páginas, ISBN: 9788 416011 445

Supe de la existencia de este libro a comienzos de 2.015 por una reseña que de él hizo la revista "Filosofía Hoy", me pareció una obra interesante, pero en aquel momento tenía demasiadas lecturas pendientes, vamos al igual que ahora, como para lanzarme alegremente a leerlo. Ha sido el reciente premio recibido por la obra, el Premio Nacional de Ensayo otorgado en 2.016 por el Ministerio de Cultura, el que finalmente me ha animado a acercarme a este pequeño ensayo. 

En el mismo su autor, Josep María Esquirol profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona, defiende una utilización de la filosofía como parte de lo que denomina "resistencia íntima", básicamente una defensa a ultranza de la esfera privada como muro de contención contra la manipulación mediática y el aborregamiento del individuo que pretenden, entre otros, la política y la publicidad y que se nos presenta con un mensaje tentador, pero falso, contra el vacío interior, contra ese nihilismo tan bien retratado de forma simbólica en la obra de corte fantástico "La historia Interminable" de Michel Ende, ese ogro en forma de agujero negro que amenaza con devorarlo todo. 

El autor recuerda el ejemplo puesto por Voltaire en su relato "Cándido", el personaje principal del mismo, optimista impenitente que está convencido de la bondad del mundo y que llevado de esa forma de pensar no dejará de caer en problemas y desdichas, finalmente desengañado opta por renunciar a cambiar al mundo y centrarse en "el cultivo de su propio huerto"... es decir, volcar su acción a partir de ese momento a todo lo que constituye su esfera privada, a esa pequeña parte del mundo donde sí que pueden tener efecto sus acciones, el "huerto privado" vendría a simbolizar a su persona, su casa, sus posesiones, su familia, sus amigos y en definitiva el ámbito privado que sí puede estar bajo su control y donde puede aspirar a cambiar algo.

Como muy bien comenta el autor al comienzo del ensayo, el contacto con el nihilismo en cualquiera de sus formas, ya se sabe, la certeza de la muerte, la falta de fe y la comprensión del sinsentido que constituye tanto el mundo como la vida humana, nos puede habitualmente llevar a dos caminos, el primero es el camino de la autodestrucción, la depresión y el suicidio... el segundo es el camino del escapismo, escapismo a través de el consumo, de la colección de experiencias, de la obsesión por convertir la vida en una especie de proyecto... en definitiva una huida hacia adelante que nunca consigue llenar ese vacío interior. Hay una tercera forma, porque si como bien comenta J. M. Esquirol "vivir es resistir", resistir no solamente ante la enfermedad y la muerte en un mundo que poco o nada se preocupa por nuestra supervivencia, sino también por conservar nuestra esencia última, eso que nos convierte en seres humanos. Sería entonces una defensa enconada de esa pequeña esfera íntima que podemos convertir en un bastión contra el que se abatan inútiles las olas de la ideología dominante, el fanatismo dogmático, las llamadas al consumo inútil, y todo aquello que pretende despojarnos de nuestra humanidad haciendo "tabla rasa" y convirtiéndonos en una masa uniforme y aborregada. 


Una resistencia íntima que desde el principio se insiste en que no hay que confundir con el aislamiento ni con un talante reaccionario o narcisista, el resistente, idealizado por J.M. Esquirol, es un individuo que consciente de que no puede cambiar el mundo y de que tiene que aceptar las cosas como son, tampoco se resigna completamente y al menos trata de poner orden y construir una pequeña esfera privada donde sí que opere el cambio que el desea, deberá empezar por sí mismo como núcleo de dicha esfera privada, pero pronto tiene que extender su acción a su casa, familia y círculo más cercano... y si hace falta para defender dicho círculo, participar en la lucha y acción política pues se realiza y punto. La llamada a la resistencia no está reñida con la participación en lo público ni con la renuncia al mundo, al contrario, según el autor se da la paradoja de que esa aparente reclusión y foco centrado en nuestra esfera íntima terminará repercutiendo necesariamente más allá, porque en ocasiones será necesario realizar acciones, u oponerse a otras, que la pongan en peligro. Una especie de "wu-wei" filosófico, un "dejar hacer" que me recuerda mucho a la actitud de los sabios taoístas, que en modo alguno es una llamada a la inacción o a la pereza aunque lo pueda parecer, ni tampoco al aislamiento... todo lo contrario, más bien supone un abandono de sí para volcarse en aquello con lo que convivimos cada día y que tenemos constantemente a nuestro alrededor.

Cobran especial importancia el hogar y la vida cotidiana, se reivindica su valor y la autenticidad de una vida vivida por y para los seres más queridos, como comentaba antes esa resistencia íntima no es ninguna llamada al narcisismo o al egoísmo, al pensamiento reaccionario y al aislamiento, muy al contrario, es una llamada a la sencillez y a valorar aquello que precisamente tiene más valor y a lo que solo damos importancia cuando se pierde o se pone en peligro. De ahí también la atención y la importancia que también se da al cuidado del cuerpo, el propio y el de los demás, de llevar una vida sana y de evitar los excesos... También tiene su cabida en el ensayo el rechazo al dogmatismo imperante, que muchas veces se reviste con el disfraz de las modas, y en general de todo lo que se acepta sin cuestionar, aquí es donde empieza a insinuarse el papel de la filosofía como parte de la "resistencia íntima".

"Pensar es una experiencia porque no deja las cosas como estaban. El pensar sitúa en un camino de transformación personal: no sólo al final, sino ya a medio camino, no se es quien se era. Pensar es reflexionar: volverse hacia sí mismo y hacia la originalidad de la vida, que resulta ser, al mismo tiempo, una transformación, una conversión"

Y es que no estamos ante un ensayo de auto ayuda ni de espiritualidad, aunque el espíritu de ambas esté presente de una forma u otra en este breve y denso ensayo filosófico, por eso nos encontraremos con numerosas alusiones a conceptos de otros filósofos cuando vengan a cuento, y con un estilo y forma que me recuerda mucho al del filósofo Biung Chul-Han, un ensayo breve, denso y en este caso además muy bien escrito, que invita a visitarlo en más de una ocasión y que será del agrado de cualquier lector habitual de filosofía. Como muy bien dice J.M. Esquirol "La reflexión filosófica llega tarde -como siempre-, pero llega. Lo que la mueve hace que, sin embargo, no pueda detenerse satisfecha." La filosofía puede formar parte de esa resistencia íntima, de hecho es imposible adoptarla sin una cierta actitud filosófica, sea uno consciente o no, una idea con la que resulta fácil estar de acuerdo cuando uno se da cuenta de cómo la filosofía en ocasiones es un posicionarse contra corriente y sobre todo cuando uno advierte que esta, es la principal valedora del pensamiento crítico, hoy más necesario que nunca. 

Es curioso que en una entrevista J.M. Esquirol daba la impresión de que esta obra suya iba a ser como una especie de preámbulo a otras de carácter más político, su especialidad, y que no sea ese precisamente el ámbito en el que ha querido situarla, "La resistencia íntima" por lo tanto tiene mucho de declaración de intenciones y de texto filosófico fundamental, como de partida, para otras obras más ambiciosas y mundanas, y por eso mismo seguramente es un texto especialmente valioso en los tiempos que corren, no hay que olvidar ni perder de vista los comienzos, la base y los fundamentos del pensamiento crítico, y este pequeño ensayo puede resultar ideal para ello.

"Reconocemos que resistencia íntima es el nombre de una experiencia, propia de la comarca de la proximidad; comarca que no es visita de un día, sino habitual estancia. Pero hoy cuesta quedarse en ella. La proximidad no se mide en metros ni en centímetros. Su opuesto no es la lejanía sino, más bien, la ubicua monocromía del mundo tecnificado."

Lo mejor: Un bonito y sencillo texto filosófico, una llamada a la sensatez en estos tiempos de prisas, bombardeo mediático y sobre todo estúpido dogmatismo. Muy recomendable como cualquier obra que mueva a la reflexión y al replanteamiento de todo aquello que de verdad importa en la vida.

Lo peor: Escrito dentro de las coordenadas filosóficas, de ahí que si bien los lectores habituales de obras y ensayos filosóficos podrán apreciarlos dudo mucho que vaya a tener muchos lectores, o que vaya a gustar, fuera de ese ámbito. También aunque el ejemplo del personaje "Cándido" de Voltaire es apropiado, me hubiera gustado ver al autor enjuiciando, para bien o para mal, y proponiendo otro ejemplo que creo mucho más apropiado para el tema que nos ocupa, el de Montaigne, para mí paradigma de la actitud "resistente" que tan bien describe Esquirol en este libro. Si en Cándido encontramos el punto de partida y el porqué de esa actitud de resistencia, en Montaigne en cambio tendríamos la culminación de la misma... pero eso ya sería otro libro ;-).

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