domingo, 18 de diciembre de 2016

El apoyo mutuo


"Casos de compasión de los animales hacia sus camaradas heridos son constantemente citados por los zoólogos que estudian la vida de la naturaleza; y al comprobar que semejantes casos no son generalmente reconocidos uno no puede hacer otra cosa que asombrarse por la vanidad del hombre y por su deseo de diferenciarse a toda costa del mundo animal. Tales actos son perfectamente naturales. La compasión se desarrolla necesariamente en la vida social. Pero la compasión, a su vez, significa un progreso general importante en el campo de las facultades intelectuales y de la sensibilidad. Es el primer paso hacia el desarrollo de los sentimientos morales superiores, y, a su vez, se vuelve un agente poderoso del desarrollo progresivo posterior, es decir: de la evolución"


















































Ficha: "El apoyo mutuo. Un factor de evolución", Piotr Kropotkin, editorial Pepitas de Calabaza, 418 páginas, ISBN: 9788415 862727

Pepitas de Calabaza.
Cuando el otro día alababa la labor de la Ediciones Atalanta a la que ponía como claro ejemplo de pequeña editorial que publica trabajos arriesgados e interesantes, calidad de manufactura aparte, no puse más ejemplos de este tipo de editoriales a las que deberíamos dar las gracias todos los lectores por su labor, pero si los hubiese puesto la editorial riojana "Pepitas de Calabaza" ocuparía el puesto número 1, al menos para mí claro. La lectura del maravilloso "Historia de las utopías" de Lewis Mumford me convirtió en "fan" incondicional de esta singular editorial, luego vendrían el testimonio excepcional de "Reflejos del Edén" de Biruté Galdikas, o los divertidos diarios de Iñaki Uriarte, sin olvidar tampoco el extraordinario trabajo de Kenneth Rexroth en esa recopilación de críticas literarias en "Cita con los clásicos", y esa interesante colección de breves ensayos bajo el título "Desconexión y otros ensayos", así como los iconoclastas "Ensayos de herejía" de Luis Andrés Bredlow... toda una colección de ensayos atípicos que solo constituyen una pequeña muestra del curioso catálogo de esta pequeña gran empresa del mundo editorial cuya web recomiendo visitar... y no, no me llevo ninguna comisión ;-).


El geógrafo y biólogo anarquista.
Suelto todo este rollo porque solo viendo el tipo de libros que componen el catálogo de esta editorial uno comprende que en el mismo pueda tener cabida un libro como el que aquí comento, Piotr Kropotkin es uno de los "padres" e ideólogos del movimiento anarquista, fue desde su juventud una persona muy comprometida con las ideas libertarias y anarquistas con las que tomó contacto a través de una estancia en Siberia como ayudante de campo del general Kúkel en 1.862. Kropotkin había nacido en el seno de una familia aristocrática rusa, recibido una esmerada educación y pudiendo elegir un destino más cómodo había preferido marchar a Siberia. Pasó allí cinco largos años que le hicieron abrir los ojos ante la realidad social de su país, la ineficacia del estado y la burocracia, las injusticias de un sistema penal durísimo y sobre todo observar no solamente la región con su naturaleza salvaje y su geografía, sino cómo vivían multitud de comunidades de campesinos, ganaderos y cazadores en aquel lugar tan apartado, y cómo a falta de una presencia importante del estado, que allí solo era una autoridad poco menos que simbólica; cómo se organizaban y afrontaban las dificultades en aquel rincón tan apartado, de una vida muy condicionada por la dureza de un clima y condiciones naturales y climáticas implacables. 


Por aquel entonces estaban muy en boga las ideas de Charles Darwin, cuya gran obra "El orígen de las especies" había sido publicado en fecha muy reciente, 1.859, posteriores desarrollos de aquel importantísimo ensayo a cargo no solamente del propio Darwin, sino de seguidores suyos como Rusell Wallace, que cerca estuvo de "pisarle" la idea al propio Darwin, y Thomas Henry Huxley, el desarrollo había tomado una línea que aunque seguramente no era del todo correcta se había instalado poderosamente en la mentalidad de la época, una época este siglo XIX donde predominaba la idea del "dejar hacer", en el plano económico, y una meritocracia de lo más salvaje y falta de compasión que aún hoy en nuestra sociedad profundamente individualista del siglo XXI cuesta trabajo imaginar, resumiendo: que la evolución era una lucha permanente de cada individuo contra todos los demás, donde sólo medraba el más fuerte, este conseguía sobrevivir el tiempo necesario para reproducirse y sus vástagos heredarían tanto sus características físicas como su cruel egoísmo. La cooperación, el apoyo mutuo, la compasión en definitiva, eran desviaciones de una conducta "naturalmente normal". Jamás Darwin quiso decir con su teoría que la evolución premiase al más fuerte, sino al más apto, a aquel que mejor sabía adaptarse a las condiciones siempre cambiantes de la naturaleza... pero ese "más apto" se transformó en el ideario popular en el "más fuerte"... una idea que no tenía nada de científica y que era indudablemente fruto de la orientación ideológica de la época.

Kropotkin cuando estuvo en Siberia era un joven oficial que estaba todavía lejos de ser el erudito en el que se convertiría años más tarde, sin embargo aquella experiencia le marcó profundamente, no es extraño que tras el contacto con las ideas anarquistas de la mano de algunos exiliados que se encontraban en aquella apartada región, y su experiencia al convivir con gente de las más diversas extracciones sociales sus ideas ya no volvieron a ser las mismas. Se dio cuenta que algo fallaba en aquel supuesto de la evolución a través de la lucha de todos contra todos... observó las comunidades siberianas, la lucha por la supervivencia de los animales en medio de un clima hostil, y se dio cuenta que no era la competición sino el apoyo dentro y entre las comunidades humanas y animales la norma. 


Kropotkin tuvo una vida azarosa y aventurera, fruto de la persecución a causa de sus ideas anarquistas, sufrió prisión y el exilio, y tuvo suerte de escapar con vida de las cárceles del Zar, pero también tuvo más y más contacto con pensadores de la cuerda de Bakúnin y otros, y por supuesto también desarrolló una intensa labor intelectual en la que siempre quedaron como un poso imborrable aquellos años pasados en Siberia, era algo que no le podían proporcionar los libros, al igual que aquel viaje a bordo del Beagle le proporcionó a Charles Darwin material sobre el que trabajar y reflexionar durante el resto de su vida, P. Kropotkin vivió siempre marcado por su periplo de años y miles de kilómetros por Siberia. 

La idea central de este ensayo es muy simple, no es la competición y la lucha en el seno de una especie el principar motor de la evolución, sino el apoyo entre los individuos... hay una lucha feroz e implacable si, pero de la especie en conjunto por superar las adversidades y los retos que la naturaleza impone. Hay naturalmente muchas especies de corte individualista, donde a penas se observa cooperación entre los individuos más allá de las imprescindibles reproducción y cría de los vástagos... pero son siempre las especies menos exitosas en relación a su número, la mejor prueba de ello está precisamente en la especie humana, pero no somos ni por asomo los únicos ni seguramente tampoco los mejores representantes de este apoyo mutuo... viene a mi mente el excelente trabajo de Frans de Vaal "El bonobo y los diez mandamientos", donde el gran primatólogo holandés se rebelaba precisamente contra la idea que ya ocupaba la mente de Kropotkin en el siglo XIX, que la compasión y la ayuda mutua eran excepciones en la naturaleza y que eran también poco más que exclusivas del género humano, que cualquier conducta altruista observada en el seno de la naturaleza no era sino una deformación del sesgo humano con el que contemplamos las cosas, una "humanización" de los animales, un espejismo o una conducta egoísta camuflada... ello proporcionaba a los seres humanos el monopolio de la ética y la moral... , el hombre era por lo tanto en cuanto a su naturaleza humana un ser cruel y egoísta al que solamente la civilización dotaba de una delgada patina de cultura y educación, y que si le despojamos de la misma se convierte en el animal salvaje que es muy en el fondo. O sea, que solamente mediante la educación, la religión y la fuerza coactiva de las leyes surge la moral, que esta poco o nada tiene de "natural".

De ahí la enconada defensa de Kropotkin de la idea de que el apoyo mutuo es un factor importante y positivo en la evolución, y de que su origen es completamente natural en este ensayo, muy popular y no solamente entre las filas anarquistas, y del que tenemos por primera vez gracias a la labor de Pepitas de Calabaza, una traducción directa del ruso y de su última edición, revisada y ampliada por su autor. El mismo se compone claramente de tres partes, en la primera se subraya la importancia del apoyo mutuo en la vida animal y su lucha por sobrevivir, en la segunda se hace alusión al mismo en relación con la historia humana, y finalmente tenemos una investigación de sus restos y huellas en la sociedad de su tiempo, 1.902, que fue el año de su publicación.

Fruto de su observación durante años, pero también de la lectura de numerosos tratados sobre la naturaleza, tenemos el inmenso cuadro formado por la naturaleza, sus bandadas de pájaros, las nidadas, los rebaños de herbívoros, las manadas de lobos y grupos de caza de los leones, las abejas, termitas y hormigas... Kropotkin lo tenía muy claro, las asociaciones de individuos de la misma especie son un activo y punto a favor, en ocasiones decisivo, a la hora de la supervivencia. No era tan patente en la civilizada Europa occidental donde la presión humana había reducido enormemente las poblaciones de animales salvajes, pero en Siberia, en medio de un inmenso territorio virtualmente despoblado y sometido a los rigores de un clima durísimo, con largos y crudos inviernos, lluvias torrenciales y enormes inundaciones, la unión y colaboración era una necesidad imperiosa. Bandadas de aves que anidaban juntas para protegerse contra los depredadores, que se guiaban unas a otras en sus migraciones, enormes rebaños capaces de orientarse por vastas regiones... la idea de que solamente la competencia extrema podía servir para equilibrar la balanza y evitar la superpoblación caía por su propio peso en una región donde solamente por medio de las variaciones climáticas se cobraban un enorme número de víctimas cada año. El libro en su primera parte, la dedicada a la vida salvaje nos va a atosigar una y otra vez con ejemplos sacados de los testimonios de naturalistas y también de la propia experiencia del autor, es una característica que nos vamos a encontrar a lo largo de todo el ensayo, la repetición, la insistencia machacona... y ello seguramente era debido a la importancia del mensaje transmitido por Kropotkin, una idea que en aquel tiempo constituía incluso mucho más que en la actualidad algo que podríamos llamar revolucionario, de ahí su insistencia en demostrar una y otra vez que no, que la visión de la vida natural como una lucha implacable de todos contra todos era ante todo una visión sesgada y errónea fruto de la ideología.

Por supuesto que la competición inter-especies existe, si el autor no llega al extremo de Hobbes y su visión de la naturaleza como una lucha implacable de todos contra todos, tampoco está en el lado de Rousseau y su idealización de la naturaleza, como buen observador y alguien con sentido común era imposible dejar de observar la dura lucha por la vida... pero como muy bien observa era una lucha sobre todo de la especie contra las circunstancias adversas, y donde la cooperación era siempre un valor positivo... de hecho eran las especies más cooperantes las más abundantes y triunfadoras sin duda de la lucha por la supervivencia, es más... llegará a señalar que aquellas más individualistas y menos dadas a la cooperación son sin duda alguna más "decadentes", menos evolucionadas y seguramente más condenadas a desaparecer. Habría que tomar nota, por lo tanto, en lo que nos toca como especie. Un "buenismo" bienintencionado y noble, dirán algunos, pero poco real... bueno, mi opinión personal es que esas ideas de hace más de cien años están hoy más vigentes que nunca.

La segunda parte se centra en la historia del apoyo mutuo en la especie humana, tanto en la comunidad primitiva como en las enseñanzas que nos revela la antropología acerca de las sociedades prehistóricas que han sobrevivido sin cambios hasta los tiempos modernos. Una y otra vez se insiste en lo mismo, en cómo cada pueblo y cada cultura, no importa el tiempo o el lugar, elabora una serie de normas para la convivencia en paz, como se tiende siempre a evitar los conflictos, a reglamentar de una u otra forma la vida en común, y sobre todo cómo el bien común del grupo, la tribu y la etnia se ponen siempre por encima del individuo, y también como la ayuda mutua y la compasión con los más débiles es la norma... por mucho que algunos quieran resaltar los ejemplos opuestos. Aquí el amigo Kropotkin se inclina un poco hacia una visión propia de un Rousseau... su ensayo evidentemente también está dotado de cierto sesgo ideológico en defensa de las ideas anarquistas y comunistas... pero si tenemos en cuenta el espíritu de la época, completamente opuesto, se entiende perfectamente.

Las culturas prehistóricas, las culturas bárbaras, la ciudad medieval... uno tras otro vemos ejemplos de asociaciones humanas en pos del bien común que con el tiempo chocaron con el estado, esa bestia parda cuya existencia justificaba Hobbes en su "Leviatán", precisamente para evitar la lucha inhumana de todos contra todos... y que en su época era la justificación de los gobiernos autoritarios encabezados por los monarcas... vamos un "mal menor". Kropotkin y otros pensadores anarquistas se rebelaron contra esa idea, puesto que si en las sociedades tribales, en las aldeas, en las ciudades independientes del medievo con sus gremios y demás asociaciones, incluso en la misma naturaleza tenemos ejemplos de que la ayuda mutua es la moneda corriente, y no la lucha despiadada y el individualismo, ¿cómo se sostiene entonces la justificación de un poder absoluto emanado de una supuesta ley divina... osease natural?.

La derrota por todas partes de las asociaciones humanas basadas en el apoyo mutuo por parte del estado y su burocracia será el protagonista de la tercera y última parte... aun así el autor defiende la idea de que a pesar de todo, y teniendo en cuenta su carácter "natural" la idea de la cooperación y el apoyo no desaparecen del todo, y ello es debido a que la compasión y la ayuda mutua están firmemente insertadas en nuestra biología, así como, tal y como siempre reconoce el pensador anarquista, el egoísmo y el carácter competitivo. Es importante señalar que Kropotkin jamás evita reconocerlo, si bien se opone a la idea de que este sea el factor predominante en la naturaleza, tanto en la humana como en la animal. Restos de asociaciones cuyos orígenes se pueden rastrear en la Edad Media, sindicatos en cuya lucha en defensa de los derechos de los obreros prevalecía el carácter altruista, el constante apoyo dentro de las clases menos favorecidas donde la solidaridad era un fuerte imperativo, incluso dentro de comunidades urbanas... restos de tierras comunitarias que todavía existen, o existían en 1.902... resulta un poco triste comprobar cómo el desarrollo posterior a la muerte del autor en Europa no le dio precisamente la razón, por ejemplo habla de una serie de comunidades colectivas firmemente asentadas en la Rusia pre revolucionaria... que terminarían aplastadas bajo el sangriento mandato de Stalin. Uno comprende de súbito el interés del dictador en cortarle las alas a la autonomía de las asociaciones de campesinos y cómo organizó aquel plan quinquenal que devastó Ucrania y se llevó la vida, a través del hambre y la inanición a varios millones de agricultores.


Lo mejor: Un ensayo de gran importancia, cuya vigencia no se ha perdido y que defiende unas ideas que hoy son más importantes que nunca. Denso, lleno de ejemplos, instructivo... uno de esos libros que simplemente hay que leer si uno está interesado en el tema y que difícilmente van a pasar de moda o quedar obsoletos, ya que más allá de los ejemplos puntuales que ofrece, muchos de ellos ya caducos, le anima un espíritu más que necesario.


Lo peor: La obsesión por machacar una y otra vez al lector con la misma idea, el idealismo y la nobleza de su autor y su fe en el ser humano y su progreso... chirrían un poco a estas alturas, pero eran otros tiempos y era natural que a esa política e ideología despiadadas de la explotación salvaje y a ese darwinismo social, que terminó convertido en la más perniciosa ideología que surgió en el siglo XX, y de la que hoy todavía podemos ver su huella convenientemente transformada y camuflada, el autor opusiera un trabajo lleno de energía y esperanza. No será una lectura cómoda y fácil en ocasiones, de hecho llega a cansar un poco con tanta insistencia en lo mismo y tanto ejemplo sacado de la zoología, antropología e historia y convenientemente pasado por el tamiz ideológico del anarquismo... pero no cabe duda de que es interesante y que todavía hoy sorprende la ceguera con la que en ocasiones gentes eruditas y supuestamente objetivas nos han colado "goles" ideológicos del sesgo opuesto.

2 comentarios:

  1. Gracias por esta reseña tan amena e instructiva sobre un libro que sigue mereciendo atención.

    La idea de que existe una ley natural que nos obliga necesariamente a competir y luchar entre nosotros pervive hoy en día. Esa idea no surge con la obra de Darwin sino que existe desde hace milenios, pero algunos de sus defensores modernos encontraron en la obra de Darwin una excusa para argumentar que sus ideas políticas eran un reflejo de las leyes naturales.

    Como bien aclaras, no fue Darwin quien creó el denominado "darwinismo social" —aunque algunas de sus observaciones sobre la sociedad humana sí se alinean con lo que sería esa doctrina. En realidad fue Herbert Spencer el que manipuló la noción de la evolución biológica para construir un sistema filosófico que justificara el predominio de los más poderosos a costa de pisotear a los demás. Por tanto, quizás deberían haberlo llamado "specenrismo".

    !Un saludo!

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  2. Saludos Luis, muchas gracias por tus comentarios. A ver si cambian un poco los tiempos y el apoyo mutuo defendido por Kropoktin pasa a ser el nuevo "espíritu dominante", en vez de el feroz individualismo que se promueve desde arriba para mantenernos a los de abajo divididos y manejables. ¡Un abrazo! :-)

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