jueves, 3 de marzo de 2016

En defensa de los animales


"El verdadero test moral de la humanidad (el más radical que se sitúa a un nivel tal que escapa a nuestra mirada) son las relaciones con quienes están a su merced: los animales. Y es aquí donde se ha producido la mayor derrota del ser humano, una debacle fundamental de la que derivan todas las demás"

Milan Kundera. "La insoportable levedad del ser".


Ficha: "En defensa de los animales", Matthieu Ricard, editorial Kairós, 414 páginas, ISBN: 9788499884608

Hace varios años, en una excursión senderista nos encontramos con una partida de caza, escuchamos los sonidos de los disparos a lo lejos y terminamos dándonos de bruces con el grupo de cazadores, unos regueros de sangre nos revelaron el paso de alguna de sus presas heridas... habían terminado ya con su "faena" y se disponían a regresar a casa tras empaquetar convenientemente a sus presas, varios jabalíes de diferentes tamaños. Uno de mis compañeros de excursión no se pudo reprimir, se encaró con ellos y les reprochó su cobardía al disparar y asesinar a animales indefensos, uno de los cazadores nos explicaron que aquello era una "necesidad" debido a la proliferación de javalíes "si no los cazamos terminarían ellos echándonos a nosotros del monte"... y añadió dirigiéndose al compañero que los había interpelado "¿y usted? ¿acaso no come carne?"... aunque en mi fuero interno desaprobaba, y sigo haciéndolo, la actividad de la caza (me niego a llamarla "deporte"), no pude evitar sentir que el cazador tenía algo de razón.

Somos legión aquellos que poseemos, o creemos poseer, una sensibilidad especial a cerca de la naturaleza y la vida salvaje, que nos gustan los animales, que seríamos incapaces de hacerle daño a ninguno, que reprobamos las corridas de toros, la caza o la pesca, y que consideramos abominables las peleas de perros y de gallos, por no hablar de la cría de animales para la industria peletera... y que sin embargo no nos estremecemos ante la visión de un filete o un rico embutido. Vivimos, por así decirlo, en una permanente esquizofrenia moral, donde por un lado adoramos a los animales de compañía, nos encantan los vídeos sobre la fauna salvaje, poseemos cierta conciencia ecológica sobre la protección del medio ambiente y en contrapartida miramos para otro lado ante la visión del sufrimiento de los animales de vacas, corderos, pollos y cerdos... el sufrimiento de unas vidas reducidas a la escala de "cosas", sin dignidad de ningún tipo, sin compasión alguna por las condiciones en las que viven, son transportados y finalmente sacrificados... y todo para formar parte de un "delicioso" menú de carne y sus derivados que resulta completamente prescindible. No existe ninguna fuerza de causa mayor para vivir en esa esquizofrenia moral permanente, absolutamente ninguna.

Decir en este punto que ya leí y comenté aquí un libro sobre el tema hace unos años, que si bien ponía el énfasis en los aspectos éticos del consumo de carne, no abarcaba la cantidad de aspectos de este ensayo. A todas luces el presente trabajo de M. Ricard es mucho más completo.

Matthieu Ricard es un personaje de sobra conocido, hijo de un conocido filósofo francés, estudió biología molecular en el Instituto Pasteur de París donde terminó doctorándose en 1.972... para a continuación abandonar su carrera y dedicarse a la práctica del budismo tibetano en el que terminaría ordenándose Lama, sirviendo como discípulo de diferentes maestros, y trabajando durante años como traductor de francés del actual Dalai Lama. Ha escrito varios libros, entre los que se encuentran "El monje y el filósofo", ya comentado aquí en este blog en sus inicios, y también otro que leí anteriormente "En defensa de la felicidad" que también recomiendo... A pesar de equivocarme (tengo todavía pendiente la lectura de "El infinito en la palma de tu mano" desde hace años), puedo afirmar que estamos ante el mejor ensayo elaborado bajo su firma.

El ensayo es todo un ejercicio de claridad, lucidez y buen hacer de este atípico escritor. Para empezar quiero aclarar que el hecho de haber sido escrito por un monje budista no significa que nos vamos a encontrar fundamentalmente con la posición budista a cerca del respeto a la vida. Como todo el mundo sabe, el no causar daño a ningún ser sintiente, animales por supuesto incluídos, es el deber número uno de cualquier budista y de los cinco grandes preceptos del budismo sin duda el primero, principal y más importante de todos... podría decirse que TODO el budismo gira en torno a esta idea, que es su base primaria. Sin embargo M. Ricard no ha escrito un libro de apología del budismo sino un trabajo donde bajo la personal visión del budismo se enjuicia el comportamiento del hombre en relación a los animales, tanto en el pasado como en el presente, y se muestra una y otra vez como en términos de moral estamos todavía muy poco evolucionados moralmente en cuanto excluimos a los animales en el ámbito de la ética. Sorprendentemente y en contra de lo que pudiera parecer en un primer momento las referencias religiosas, de índole budista o cualquier otra, van a ser escasas, y en cambio abundar las filosóficas, tanto de pensadores del pasado como actuales... Ricard no es ingenuo y sabe muy bien que un enfoque desde términos puramente espirituales hubiera sido mucho menos eficaz.

El recuerdo de pasadas atrocidades masivas de seres humanos, los campos de concentración de Hitler, el Gulac de Stalin, los genocidios contra los armenios o los crímenes de la revolución cultural china, por poner solo algunos de los ejemplos más señalados, es algo que nos avergüenza profundamente como seres humanos... sin embargo al fin y al cabo estamos hablando del pasado, y eso nos alivia en cierta medida ¿qué pensaríamos si redefinimos un poco la cuestión?, porque si ampliamos el término "sufrimiento" también a las especies animales, capaces al igual que nosotros de sufrir, ¿qué nos encontramos entonces?... nos encontramos con la escalofriante cifra de sesenta mil millones de animales terrestres y un billón de animales marinos exterminados cada año. Como bien apunta el ensayista Yuval Noah Harari en su excelente ensayo, que no me canso de recomendar, "De animales a dioses", algunas especies animales hicieron en verdad un mal negocio cuando fueron domesticadas por el hombre, al precio de tener un gran éxito como especie, en cifras de individuos, entregaron a cabo una inmensa cantidad de sufrimiento... lo que demuestra que una especie puede triunfar en el ámbito reproductivo, y quedar a la vez reducida a una vida miserable considerando cada individuo aisladamente.

M. Ricard lo repite de forma insistente... no se trata de humanizar a los animales, y mucho menos de "animalizar" a los seres humanos, se trata de tomar conciencia de nuestra responsabilidad con ellos, de ser conscientes que no se pueden tener dos corazones ni dos cerebros, que no se puede amar a los animales domésticos y a la vez mostrarse insensible ante el sufrimiento de los animales de granja, que no se puede uno escandalizar por las matanzas de focas en el Ártico y la caza de ballenas y a la vez cerrar los ojos ante la realidad de las granjas de aves y cerdos donde millones de animales viven hacinados en unas condiciones espantosas. Y no, no es una analogía forzada o irrespetuosa la comparación entre los campos de concentración de Hitler y los criaderos y mataderos industriales, de hecho muchos supervivientes de los campos hace tiempo que escribieron y mostraron el parecido... ¿fue casualidad que algunos de los alemanes implicados en el diseño y construcción de los mismos visitaran mataderos y criaderos industriales en Chicago antes de la guerra?... podemos apostar que no, que esa aberración denominada "solución final" vino inspirada de allí.

El primer capítulo del libro hace un breve recorrido por la historia de la relación entre el ser humano y los animales, desde la habitual consideración del animal como un objeto o producto destinado a satisfacer las necesidades humanas, recogido también en las distintas tradiciones espirituales, a las voces "disidentes" en todas las grandes religiones que expresaron un deseo que que la compasión y bondad que tienen a nuestros semejantes humanos como destinatarios incluyesen también a los animales. En esa visión completa de la compasión hacia todos los seres destacaron fundamentalmente el hinduísmo y el budismo, sin olvidar también al jainismo. Sin embargo no es difícil encontrar miembros destacados de las tres grande religiones que abogaron también por una consideración más responsable y humana respecto a los animales. Muy bueno el apartado dedicado a Darwin que vino a demostrar que si el ser humano, al igual que el resto de las formas de vida, es un resultado de la evolución, en la misma no hay un punto de ruptura donde apareciese la consciencia de un día para otro sino que también la misma, al igual que la moral como bien han demostrado recientes investigaciones, es un fruto de la evolución.


Ojos que no ven, corazón que no siente.
El espinoso tema de la ocultación de la crueldad de la cría industrial y los tremendos esfuerzos del márketing empresarial para presentar en forma de un producto apetitoso y atractivo, semejantes a inocentes golosinas, lo que posee un origen en esencia espantoso y moralmente reprobable será el tema del capítulo segundo, oportunamente titulado "Ojos que no ven, corazón que no siente"... de como la publicidad nos muestra un mundo que no existe, de como incluso se llega a manipular el lenguaje, de las presiones de los grupos alimentarios, de como, al igual que en otros aspectos, nuestro cerebro hace alarde de una infinita capacidad para el auto-engaño y de negación de la realidad.


Todo el mundo sale perdiendo.
Más interesante aún es el tercer capítulo donde nos vamos a encontrar con algo que muchos defensores de la alimentación omnívora deberían saber, el inmenso coste ecológico que conlleva el consumo de carne, la carga injusta para los países del tercer mundo que deben exportar sus producciones de cereales y soja para elaborar piensos para alimentar el ganado que se consume en los países ricos, a costa de dedicar sus recursos y encarecer el precio de los productos agrícolas a su población. Añadamos también el efecto invernadero causado por la emisión de metano de has heces animales, un efecto de más peso en el cambio climático que el ocasionado por la emisión de CO2 en los transportes y solamente superado por la construcción y la climatización ¿qué visión nos proporciona ese cuadro?... el de un despilfarro de recursos escasos, el de una alimentación para "ricos" y una de las causas de que más de 900 millones de personas padezcan desnutrición y unos cuantos cientos de millones sobrepeso y altas tasas de colesterol. El reciente informe de la OMS desaconsejando el consumo de carnes procesadas, bastante tibio y timorato, ha sido contestado rápidamente en España, de forma histérica por estudios, seguramente pagados por las industrias cárnicas para que no cunda la alarma... M. Ricard no ahonda demasiado en este tema, pero está clara la relación entre determinados tipos de patologías cancerígenas y el consumo excesivo de carnes procesadas, tan claro como el que existe entre el tabaco y el cáncer de pulmón... y con un resultado si cabe mucho más mortífero si incluimos no solamente el cáncer, sino también las enfermedades cardiobasculares. 


El verdadero rostro de la cría industrial.
El "plato fuerte" nos lo reserva el autor para el cuarto capítulo, advierte que su lectura puede resultar dura, que no es para timoratos... y sin embargo es un cuento para niños comparado con lo que podríamos ver si cualquiera de nosotros visitase un matadero cualquiera. Almas ingenuas que se obstinan en pensar y creer que los maltratos a los animales en los mataderos son excepcionales posiblemente quedarían consternadas si supieran que si bien tales prácticas no son algo cotidiano sí que son realmente más frecuentes de lo que se piensa. Un proceso industrial que rebaja a los animales al estado de "cosas" donde apenas hay conciencia alguna del sufrimiento de los mismos, donde muchas veces la legislación destinada a paliar en alguna medida el sufrimiento es continuamente pasada por alto debido a las exigencias de productividad, a unos ritmos de trabajo endemoniadamente altos, donde todo está configurado para sacar la mayor rentabilidad posible... en detrimento si hace falta de la salud y el bienestar de los animales. Granjas de cría peores que los peores campos de concentración, sistemas de transporte inhumano, sistemas de sacrificio ineficientes, higiene que brilla por su ausencia, medicación masiva preventiva para evitar pérdidas y que luego pasa a través de la carne al consumidor. Habría que crear un nuevo vocablo para poder expresar todo este horror y el asco que produce la lectura de este capítulo... y uno sabe que el autor no inventa nada, que está bien documentado y que podría haber cargado mucho, mucho más las tintas... pero no era esa la intención.


Las malas excusas.
Tras esa visita a la cámara de los horrores y la vergüenza humana, M. Ricard se centra en temas más filosóficos, en un capítulo excelente titulado "Las malas excusas" va a rebatir una a una todas las objeciones que los defensores del actual trato dispensado a los animales ponen. Objeciones como la supuesta superioridad humana en el plano de la inteligencia, la necesidad de la dieta carnívora, la existencia de problemas más acuciantes que afectan directamente a los seres humanos, la inexistencia del sufrimiento animal, la pervivencia de medios de vida de los que se dedican a los negocios relacionados con el consumo de carne y la explotación animal, la defensa de las tradiciones... una a una el autor irá poniéndolas en tela de juicio y desmontándolas, acudiendo si es preciso a las más variadas fuentes. Uno de los puntos fuertes del libro es su abundante documentación y la excelente colección de citas de principio a fin. Sin duda alguna uno de los ensayos más bien documentados que he tenido la oportunidad de leer.

El continuo de los seres vivos.
El sexto capítulo sigue tirando del argumento anteriormente expuesto en el primer capítulo sobre la evolución darwinista, en este caso el autor nos presenta toda una batería de argumentos en contra de la idea de la "superioridad" intelectual y moral del ser humano, en contra de su supuesta excepción como especie, y en definitiva en contra de esa doble moral que nos considera seres aparte y especiales, con unos deberes para con nuestros semejantes humanos y la ausencia interesada de los mismos en lo concerniente a los animales. Y sobre todo es todo un alegato contra esa lacra denominada "especismo" por el filósofo Peter Singer, cuya filosofía y contribuciones en el plano de la ética y su ampliación al mundo de los animales, ha sido seguramente la principal inspiración de este ensayo junto, naturalmente, con las creencias budistas del autor. Ricard nos viene a decir que deberíamos colocar el "especismo" al mismo nivel que el racismo, el sexismo, la homofobia y cualquier otro tipo de discriminación... que en el fondo posee la misma raíz, la creencia injustificada de una superioridad por parte del que la ejerce.

La matanza masiva de animales y sus semejanzas con los genocidios cometidos contra la raza humana constituirán el tema del siguiente capítulo, donde se analizarán las diferencias, que son notables evidentemente, y los parecidos... muchos más de los que podríamos apreciar en una primera aproximación. La ética será la protagonista del siguiente, y breve, capítulo, para a continuación embarcarse en otra lucha, más controvertida pero también importante, sobre el tema de los derechos de los animales: la experimentación animal, sus beneficios pero también su control, la existencia de experimentos crueles e innecesarios, la deshumanización de los científicos... paralela a la deshumanización de los matarifes de las industrias cárnicas, la lucha para paliar en la medida de lo posible el sufrimiento animal en los laboratorios, los cambios legislativos y también las técnicas para evitar la experimentación existente con animales, bien mediante cultivos celulares, bien mediante sistemas informáticos que simulan seres vivos, veremos que la crueldad de la industria de la carne se queda en mantillas, si no en cantidad, sí en sadismo y desprecio por el sufrimiento animal en relación a muchos experimentadores del pasado... de nuevo otra galería de horrores.

El lucrativo negocio del tráfico de especies salvajes, la mafia que lo controla, la extinción más que probable de determinadas especies, las crueldades de ciertas medicinas tradicionales, especialmente la china, el contrabando de especies protegidas, la cría de fieras salvajes para su explotación comercial, especialmente tigres en China... de nuevo otro catálogo del despropósito, de los horrores... en este caso ya protagonizado, menos mal, por delincuentes, aunque desde luego con muchos colaboradores "oficiales" y funcionarios corruptos. Todo un cuadro deprimente de leyes insuficientes, escasez de recursos, falta de conciencia... cualquier amante de la naturaleza se sentirá tocado en su fibra más sensible.

Y bueno, no podía faltar el tema de los toros, M. Ricard como francés conoce de cerca la lacra de la fiesta taurina que creo que todavía se realiza en algunas partes de Francia, generalmente con la desaprobación del resto del país. Como español tengo el tema mucho más presente, y ¿qué puedo decir?, pues que como anti-taurino prácticamente desde que tengo uso de razón solamente puedo suscribir y aplaudir una a una todas sus aseveraciones, citas, argumentos... a mí no me tenía que convencer de nada, pero da gusto ver opiniones tan sensatas en medio del catetismo y la estulticia que dominan a algunos sectores de este país y sus ridículos argumentos en defensa de lo indefendible. Naturalmente los argumentos a favor de la ¿fiesta? de los toros quedarán muy bien expuestos... otra de las características de este libro es la muestra de las ideas contrarias a las esgrimidas por el autor, aquí Ricard está más que acertado y demuestra la incompatibilidad manifiesta entre inteligencia y defensa de la tauromaquia desmontando uno a uno los argumentos esgrimidos por sus defensores. Creo que su padre, reputado filósofo con fama a nivel nacional, hubiera suscrito los argumentos de su hijo y se hubiera sentido orgulloso de este trabajo. 

Aparte de los toros, la exhibición de fauna salvaje en los zoos y las actividades "deportivas" de caza y pesca también se llevarán lo suyo... vamos que un servidor no vuelve a pisar un zoo o un espectáculo con animales, no digamos ya un circo, en la vida. El libro termina con un pequeño mini-ensayo dedicado a los derechos y deberes de los seres humanos en relación con los animales que viene a redondear un ensayo magnífico.

"Cada uno de nosotros es responsable y parte interesada en este proceso evolutivo y social de la protección de los animales. Cada uno puede empezar a preguntarse: ¿Me como a mis amigos? ¿Continúo divirtiéndome con su dolor? ¿Quiero seguir relajándome sacándolos del agua y dejando que se asfixien hasta morir?."



Lo mejor: Un ensayo contundente, sencillo, bien documentado, bien fundamentado, repleto de citas muy bien escogidas, muy instructivo y que pretende golpear la conciencia del lector con la fuerza de un puño de hierro. Un libro que apela no solamente a los sentimientos del lector, sino también a su inteligencia, a su humanidad, a su conciencia, a su sentido de la justicia, en definitiva a aquello que verdaderamente nos hace dignos como seres humanos... ¿alguien puede tras su lectura no plantearse siquiera cambiar de hábitos de vida?, no es mi caso. Si quedaba en mí una resistencia todavía a la adopción de una dieta vegetariana la misma ha quedado aniquilada con la lectura de este libro... no sé lo que durarán mis buenas intenciones o mi fuerza de voluntad, pero tengo muy claro que no se puede tener una conciencia limpia y colaborar con semejante cúmulo de barbaridades, y tampoco hay que ir muy lejos pensando para darse cuenta de las implicaciones que supone el no hacerlo y seguir mirando a otro lado viviendo en una permanente esquizofrenia moral revestida de normalidad, simplemente porque en un mundo enfermo la salud aparece como una patología. Un libro excelente cuya lectura habría que recomendar a TODO EL MUNDO.

Lo peor: La existencia de tantas personas a las que este libro, y otros semejantes, podrían hacer reflexionar y cambiar sus hábitos alimentarios en su beneficio físico y espiritual, y que nunca se acercarán a un trabajo semejante. La constatación, pesimista ya lo sé, de que las industrias cárnicas pueden estar tranquilas, todo en nuestra sociedad y cultura empuja justamente a su favor. 


3 comentarios:

  1. Recomiendo otro gran ensayo de este genial autor, "en defensa del altruismo".

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  2. Gracias, lo tengo ya en mi lista de espera aguardando a ser leído, tiene muy pero que muy buena pinta :-D

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