martes, 2 de junio de 2015

El desengaño de Internet




"Afirmar que internet fomenta la democracia significa negar consuelo a los ciudadanos de esos Estados autoritarios en que los gobiernos, en pleno control de la situación, están utilizando internet para intoxicar a su pueblo con propaganda insidiosa, controlar hasta el último tuit o aterrorizar a los disidentes con ciberataques. Pero decir que internet fomenta la dictadura es despojar a esos mismos ciudadanos de toda esperanza, porque los regímenes autoritarios no son eternos, y es posible aprovechar los escasos momentos de inestabilidad, a veces con la ayuda de internet, para instigar el cambio."


Ficha: "El desengaño de internet", Evgeny Morozov, editorial Destino, 429 páginas, ISBN: 9788 423 327799

Adquirí este libro hará ya casi dos años, desde entonces ha estado durmiendo en mi librería engrosando esa siempre reciente lista de espera de lecturas pendientes. La lectura reciente del ensayo de Byung-Chul Han "Psicopolítica" ha sido el último empujón que necesitaba para abordar esta obra del experto en la red Evgeny Morozov, toda una autoridad en lo que respecta a internet y su influencia en la política. 

Morozov, tal y como relata al comienzo de su charla en Ted-Talks, era hace unos años un hombre de fe, un ferviente creyente en la curiosa teoría, a la que por lo visto le queda todavía algún que otro iluso despistado defensor, de que la libre difusión de noticias y pensamientos contrarios a un régimen dictatorial, eludiendo la censura, puede por sí misma ocasionar la caída del mismo. 

La desilusión y el despertar al darse cuenta del disparate de tal falacia llegó no hace mucho, tras las revueltas estudiantiles de 2.009 en Irán, eso le hizo darse cuenta de que el problema era mucho más complejo y no solo abandonó el activismo político en esa dirección, sino que escribió este sesudo y contundente libro que supuso toda una ducha de agua fría a aquellos ciberutópicos de entonces, y a los que aún a día de hoy creen que a una dictadura se la puede tumbar a base de twits, post y publicaciones en Facebook... es un disparate tan grande como pretender curar a un enfermo que sufre un tumor cerebral con un champú anticaspa.



Morozov explica muy bien en el libro, con toda suerte de detalles, como esa mentalidad de lucha basada principalmente en la creación de herramientas capaces de burlar la censura y agujerear cortafuegos, uso de las redes sociales para difundir consignas entre los manifestantes, herramientas para camuflar y deslocalizar los blogs y demás, sin otro apoyo más contundente "sobre el terreno" y sin conocer las particularidades del país donde se realiza el activismo en pro de la democracia y los derechos humanos no solamente no sirve para nada, sino que termina sirviendo justo a la causa de los regímenes autoritarios, y explica muy bien el porqué.

De los tres pilares en los que se basa cualquier gobierno autoritario, censura, propaganda y vigilancia, el activismo a través de la red solamente ataca uno de los tres, la censura, sin embargo no hace nada en contra de los otros dos, y lo que es peor, los refuerza notablemente. La idea fantasiosa y estúpida de que basta que la gente conozca "la verdad" para que ella solita se movilice, y la no menos absurda de que los dictadores y los que les sostienen son poco menos que "analfabetos tecnológicos" hace ya tiempo que no se las cree nadie. Morozov explicará como los regímenes autoritarios terminan utilizando tan bien el ciberactivismo como los opositores, como crean redes sociales de carácter nacional, mucho más populares su su ámbito que las norteamericanas Twitter y Facebook, como utilizan la red de forma masiva para distribuir noticias falsas, las intoxicaciones de toda la vida, y como costean y premian la labor de blogueros afines a sus regímenes, labor que en ocasiones no tienen que subvencionar o animar dado que como todo el mundo sabe incluso en las más crueles dictaduras nunca deja de haber un sector de la población que apoya al régimen oficial.

Por si fuera poco las redes sociales, especialmente las mencionadas Twitter y Facebook, en una política de control y ordenación encaminados a impedir ser usadas para cometer delitos, no dejan de filtrar datos personales de sus usuarios, de los contactos que estos tienen e información detallada sobre quien se relaciona con quien... vamos el sueño de cualquier policía secreta de una dictadura, ya no tienen que vigilar, pinchar teléfonos, detener e interrogar bajo tortura, o cada vez menos, ahora basta con meterse en el perfil de un activista y ver sus contactos, o en los de un "amigo", curioseando como cualquiera, sin necesidad de requerir información a estas compañías... y vamos no es que las mismas sean precisamente adalides en la defensa de la privacidad de sus usuarios. Esa facilidad con la que proporcionan datos sobre sus usuarios, algo que en occidente puede estar motivado por asuntos de seguridad, se torna en un verdadero drama en cuando cambiamos de escenario... naturalmente ni Twitter ni Facebook adaptan sus normas en función del país en que funcionan.

Con no poca ironía, Morozov destaca como las democracias occidentales se parecen cada vez más a las dictaduras de toda la vida, emulando a la conocida novela de Orwell "1.984", con vigilancia, abusos policiales, y leyes cada vez más restrictivas,  y como las dictaduras cada vez emulan más y más a "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, utilizando la técnica de la saturación de contenidos irrelevantes, de puro entretenimiento y frivolidades con el fin de "adormecer" a sus ciudadanos. Un ejemplo perfecto, citado en muchas ocasiones, es la Rusia de Putin, donde la mayoría de los usuarios de internet utilizan la misma para ver películas pirateadas, bajarse pornografía, ver vídeos de gatos o la última tontería del tonto de turno... el activismo político se la trae al fresco al usuario medio, vamos igualito que en occidente ;-)

Un punto que me ha gustado especialmente del libro es sus referencias al final de la guerra fría y el como la misma, todo lo sucedido en 1.989 y 1.990 ha condicionado la política norteamericana respecto a la red en los últimos años. El capítulo del libro dedicado a la historia reciente de algunos inventos que fueron, al igual que internet, saludados con gran optimismo, como el telégrafo, la radio y la televisión, en los que no pocos vaticinaron que derribarían barreras nacionalistas, relegarían a la guerra a rareza del pasado y serían el motor del cambio a un mundo mucho mejor simplemente no tiene desperdicio.

Internet, que realmente solo es un concepto y no existe como tal, con su complejidad es un fenómeno con tantas caras y con tantas posibilidades que evita cualquier tratamiento sistemático, lo que puede ser bueno en la Europa occidental democrática puede ser un desastre en China y viceversa por ejemplo. Ni ha traído más libertad ni es presumible que la traiga. Aquellos países que ya disfrutaban de libertades antes del advenimiento de la red lo siguen siendo, aquellos que sufrían dictaduras siguen igual... o peor. Todo lo bueno que puede traer en el sentido de burlar la censura y difundir ideas que apoyen la causa de la libertad se puede tornar, y de hecho lo hace así, en una mayor propaganda de la dictadura de turno y una efectividad mayor de su policía secreta a la hora de controlar, vigilar y detener a los activistas. 

La fecha de publicación del libro, comienzos de 2.011, como comenta con sarcasmo Morozov equivale a haber publicado un ensayo sobre la guerra fría justo en el verano de 1.989... la llamada "primavera árabe" le pisó el terreno, algo interesante para ver si a posteriori su apasionado trabajo ha sido desmentido, o no, por los acontecimientos. A pesar de que las multitudes que ocasionaron la caída de los regímenes de Túnez y Egipto utilizaron masivamente las comunicaciones vía móvil, especialmente Twitter y Facebook, evidentemente solo fue una posibilidad explotada por los manifestantes, y de forma muy hábil, pero que no estaba tal y como podrían creer los llamados por Morozov "internet-centristas" en la raíz del asunto, el descontento y la rabia contra unos regímenes brutales y corruptos era algo que venía ya de lejos, por no hablar del desgaste estructural ya presente en los mismos y que las revueltas populares hicieron otra cosa que acelerar. El test del tiempo indudablemente ha dado la razón a Evgeny, hoy casi nadie piensa que la simple difusión de panfletos y consignas o la denuncia pueda hacer caer a un gobierno mínimamente fuerte y bien informado. 

El capítulo final, escrito posteriormente a la primera edición, donde el autor responde a las numerosas críticas, no siempre positivas, que tuvo su obra y a su visión del futuro de la regulación en la red es para mí seguramente lo mejor, la guinda de un pastel que aunque sepa un poco amargo no puede evitarse. Evgeny ha escrito un libro fundamental para entender el fenómeno de internet en clave política, de lectura poco menos que obligada.


Lo mejor: Un ensayo denso, exhaustivo, apasionado y muy bien documentado de la relación entre internet y la causa de la defensa de la democracia en el mundo, no creo que exista un libro mejor que este en ese ámbito. Lejos de promover un ciber-pesimismo o defender actitudes reaccionarias o retrógradas Morozov es un ardiente partidario del uso masivo de internet... pero a condición de que otras formas más tradicionales de activismo no sean descuidadas y conocer bien las características del ámbito de actuación, algo en lo que tradicionalmente los políticos de las democracias, especialmente en los EEUU, son manifiestamente ineptos, y por supuesto, tener siempre en cuenta que esta es una guerra, la ciberguerra, en la que todos los bandos poseen las mismas armas y nunca se puede subestimar al contrario.

Me ha gustado también especialmente el apartado dedicado al activismo social vía Facebook, y su toque de atención sobre el arma de doble filo que constituye el uso de internet para la defensa de causas nobles, de como puede promover éxitos fáciles y superficiales, y terminar promoviendo realmente la inacción y la apatía a través de un simple clic de ratón en "me gusta". Por no hablar del servicio que está prestando a causas más que dudosas esgrimidas por nacionalistas, xenófobos y extremistas políticos y religiosos del más variado pelaje que han encontrado en la red su medio natural.


Lo peor: El impulso inicial que llevó a la escritura del ensayo, el desengaño en que internet por sí solo pueda promover la democracia en el mundo, termina lastrando la obra. Aunque apunta a temas tan interesantes, o más, para nosotros los privilegiados ciudadanos de un occidente supuestamente, aunque cada vez menos, libre, los intentos de controlar y regular la red, ya sea con miras de evitar los ciberdelitos, terrorismo, pederastia, narcotráfico etc y su inevitable secuela de pérdida de libertad sería motivo para un libro aparte. A fuerza de retratar lo que ocurre en las dictaduras llega a abandonar un poco el tema de la regulación de internet en las democracias, la otra cara de la moneda. 

Aunque abundan las referencias a otros textos y ensayos falta algo fundamental, un índice de bibliografía al final de la obra sería de agradecer, aunque por otra parte la velocidad de cambio de los acontecimientos mundiales, las novedades que cada año sacuden el mundo de la red y este mundo tan convulso en el que vivimos hacen que sea complicado recomendar lecturas que pueden quedar obsoletas en tiempo record, no es el caso de esta obra por supuesto ;-).



1 comentario:

  1. Parece interesante este ensayo de Morozov, aunque a mí me atrae más el mundo de la ficción propiamente dicha o cuando la reflexión ensayística queda en simbiosis perfecta con la invención del novelista.

    Hablando de otra cosa, ¡muchas gracias por haber colocado un enlace a mi blog en el gadget "De todo un poco"!
    Y también verás -si has leído mi último post- que te he "copiado" la manera que tienes de finalizar tus entradas destacando "Lo mejor" y "Lo peor" de la obra que estás comentando. Me parece muy adecuada esta manera de acabar una entrada.

    Un abrazo

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