viernes, 11 de julio de 2014

Las legiones malditas

Ficha: "Las legiones malditas", Santiago Posteguillo, Ediciones B, 860 páginas, ISBN: 978 84 666 4799 1

Continúo con mis lecturas veraniegas buscando premeditadamente temáticas "ligeras" y de entretenimiento como en el anterior post, en esta ocasión le ha tocado a otra novela histórica del exitoso autor valenciano Santiago Posteguillo, la segunda parte de su trilogía consagrada a Escipión el Africano "Las legiones malditas". Ya relaté en el comentario a la lectura del primer tomo "El hijo del cónsul", mis impresiones no solamente sobre esta novela sino sobre el formato en el que me la estaba leyendo, el malogrado formato "librino", una rareza que en unos años solo se verá en las estanterías de los coleccionistas, pero que no está exento de interés.

"Las legiones malditas" continúan con el relato justo donde terminaba la primera entrega, con un Publio Escipión al mando de dos legiones en Hispania, conquistador de Cartago Nova, una ciudad considerada inexpugnable, una hazaña militar que ya de por sí le hubiera hecho merecedor de un lugar en la historia, y que de hecho marcó un punto de inflexión en aquella guerra... sin embargo todavía quedaba mucho por hacer. La campaña de Hispania no había hecho más que empezar, allí contaba con tropas insuficientes para asegurar la conquista de una península ocupada militarmente por los cartagineses con fuerzas que casi triplicaban a las suyas. Publio no solamente tuvo que luchar contra un despiadado enemigo que se veía ya imbatible en el campo de batalla, sino que sobre todo tuvo que hacer frente a un Senado dominado por enemigos políticos de su familia donde se cuestionaba su capacidad, se le limitaban los recursos y se le vigilaba estrechamente en espera de cualquier error que pudiese precipitar su caída.

Esa mala situación política y esa escasez de recursos lejos de amilanarle espoleó su ánimo e hizo que al final sus victorias fuesen mucho mayores. Dotado de una gran capacidad de mando, un espíritu reflexivo, una enorme confianza en sí mismo, y dominado por la obsesión de derrotar a un enemigo y terminar con una guerra que ya le había costado la vida a familiares muy cercanos, su padre y su tío caídos al frente de sendos ejércitos romanos en Hispania, llevó a cabo sus pretensiones y lo hizo contra viento y marea, llevando a sus tropas a la lucha contra ejércitos superiores en número, sofocando traiciones y deslealtades, actuando unas veces con magnanimidad compasiva, y otras con una severidad implacable... en tres años sus tropas, escasas en comparación con las del enemigo pero enormemente disciplinadas, leales y combativas acabaron con el dominio púnico en Hispania. Dicen los historiadores que Escipión era un hombre piadoso, incluso supersticioso, algo muy corriente en aquella época, en su caso había motivos de sobra ya que indudablemente su impresionante carrera militar estuvo tocada por la vara de la buena fortuna desde el principio, desde su misma elección como general con "imperium" para encabezar la campaña en Hispania y desde aquella inspirada operación para tomar Cartago Nova.

Hago aquí un inciso para comentar aparentemente lo obvio, que estamos ante una novela histórica, una ficción por lo tanto... de ahí que hay que coger siempre con cautela la información que un novelista, por muy bien documentado que esté, le proporciona a sus lectores. No obstante, he de alabar la labor de documentación del Sr. Posteguillo y su sentido común a la hora de tratar con el personaje principal y su historia. La lectura de esta obra me ha hecho recordar aquella ya comentada anteriormente en mi anterior post sobre esta trilogía de Escipión el Africano, "Anibal" de Gisbert Haefs era hasta ahora mi principal referencia. Tengo que decir que la obra de Posteguillo, a pesar de sus excesos y sus fantasías, que las tiene y bastante superlativas, es bastante superior. Por ejemplo el autor alemán menospreciaba la hazaña de la conquista de Cartago Nova achacándola a una ayuda recibida por los íberos sobre el terreno... evidentemente esa ayuda tuvo que existir ya que los romanos no conocían los alrededores de la ciudad ni dominaban las rutas de acceso a la misma, pero eso no resta un ápice a la hazaña que fue mover unas tropas en seis días desde la actual Tarragona hasta Cartagena, a pie, sin ser detectadas por el enemigo, en combinación con una flota que la seguía por mar y atacar por sorpresa y tomar una ciudad considerada inexpugnable en un tiempo record. En la obra de Haefs hay mucha admiración por Aníbal, totalmente merecida, y bastante de menosprecio por Escipión, cuando el segundo fue el vencedor final, nunca tuvo ventaja material clara en el campo de batalla y encima tuvo que lidiar con un Senado prácticamente hostil.

El libro se centra en la figura de Escipión, sus comandantes, la complicada relación con su mejor amigo, Cayo Lelio, las andanzas de Plauto y su obra, mucho menos presente en este tomo, algo lamentable que espero que en la próxima parte quede subsanado al estar centrada más en Roma y su política y menos en lejanos campos de batalla. Batallas y luchas, violencia a raudales, esfuerzo y sacrificio... en el regimiento donde hice mi servicio militar, en una época muy muy lejana ya ;-)  había un pequeño cuadro en un despacho con la siguiente frase: "Consigna para este batallón: lo difícil se hace, lo imposible también", un lema que hubiera venido al pelo al ejército que el tesón y la fe en si mismo de este magnífico general logró poner en pie, consiguiendo que unas tropas desmoralizadas y derrotadas le siguieran fanáticamente allí donde les condujera, infierno incluido.

Por si la conquista de Hispania no hubiera sido una azaña militar suficiente Escipión hizo el "más difícil todavía", luchar contra el Senado romano para que le permitiesen acometer una empresa suicida, un desembarco en África para forzar la retirada de las tropas de Aníbal de Italia. Roma en la Primera Guerra Púnica había tenido una experiencia desastrosa llevando la guerra al continente africano, la fuerza expedicionaria de Régulo fue derrotada y masacrada. Escipión triunfó allí donde había fracasado Régulo y además lo hizo con tropas de tercera categoría, con unas "legiones malditas" que habían sido desterradas a Sicilia como castigo por su derrota en la batalla de Cannae. Con un ejército formado por voluntarios reclutados en Italia y estas legiones malditas con las que nadie contaba consiguió lo imposible... poner un pie en un terreno completamente hostíl y vencer. Fue una lucha no solamente protagonizada por la fuerza bruta sino también por la astucia y la habilidad política de un líder militar en estado de gracia seguido por un ejército cuya lealtad incondicional había sabido ganarse a pulso. Hasta el momento final, la batalla de Zama, se encontró siempre con el mismo tipo de adversario, arrogante, vanidoso, y sin más táctica que la acumulación de una fuerza superior... Aníbal había demostrado años antes sobradamente cómo la adecuada planificación de una batalla, el efecto sorpresa, la elección del terreno y el momento preciso para combatir podían suplir en buena medida la desventaja de unas fuerzas inferiores. 

En comparación los romanos poseían un concepto de la guerra más primitivo, unas fuerzas disciplinadas, bien armadas, bien entrenadas y motivadas que luchaban hasta la muerte, pero que en general estaban mal dirigidas con unas tácticas muy básicas, choques frontales masivos con relevo de unidades en primera línea y poco más... no era poco y hasta la aparición de Aníbal les había bastado casi siempre. Escipión tomó buena nota de esta nueva forma de hacer la guerra, incorporando las tácticas guerrilleras a la estrategia de un ejército regular, y aprobó con sobresaliente... si hubo algún militar en aquella guerra que aprendió la lección y fue un fiel alumno del genial general cartaginés fue precisamente Publio Escipión.

Sin embargo pese a todas sus victorias quedaba lo más importante, en la última batalla, la recordada bajo el nombre de "Zama", los dos hombres se encontraron frente a frente, los dos mejores generales de la época. Era la reválida final, todos los sacrificios y la sangre derramada en seis años de campaña victoriosa pero todavía insuficiente pendían de un hilo. Ese "climax" final se presiente durante todo el relato, se hace de rogar y termina convirtiéndose en algo interminable... el lector no saldrá defraudado, será la batalla más minuciosamente descrita de todo el libro, un baño de sangre donde los cartagineses perderán finalmente aunque venderán cara su derrota... esta fue la batalla que acabó con la guerra, y con el pueblo cartaginés aunque en aquel momento no lo pareciera. Roma no volvió a enfrentarse ya nunca más a un enemigo de tan gran envergadura, salió reforzada y se convirtió en los siguientes años en una máquina imparable de ganar batallas y conquistar naciones, la terrible experiencia de la Segunda Guerra Púnica otorgó una escuela a sus legiones y un perfeccionamiento de sus artes de guerra, ya sobresalientes en aquel momento, que la pusieron por delante de cualquier otra potencia de la época. 

De nuevo la polémica sobre cual fue el error de Aníbal causante de su derrota cuando sobre el terreno ambos ejércitos estaban equilibrados está servida... me quedo con la explicación que se puede extraer de la novela de Posteguillo, simplemente Escipión fue mejor, si bien es cierto que el elemento decisivo que inclinó la balanza del lado de los romanos fue la superioridad de su caballería, por primera vez en la guerra, no es menos cierto que el ejército púnico estuvo bien provisto de elefantes y que ese elemento, hábilmente neutralizado por los romanos, podía perfectamente haber superado la desventaja de la caballería... un problema ya sin solución cuyo detalle y polémica puede ser examinado en la entrada sobre la batalla de este excelente blog dedicado a esta guerra.


Lo mejor:  Un relato intenso y ameno donde se nos hace partícipes de la vida, hazañas y tribulaciones de uno de los más grandes generales de la antiguedad. Los aficionados a las novelas históricas, especialmente las centradas en la época romana, no saldrán defraudados. A pesar de su dimensión se lee con relativa facilidad, si es cierta la máxima del cineasta Hitchcock "action is emotion" refiriéndose al cine, podría ser que también esta fuese aplicable a una novela... sin duda alguna que a esta le viene como anillo al dedo porque acción tenemos a raudales. Hablando de cine, una pena que no haya ninguna película o serie que le haga justicia a la figura de este general romano, vapuleado por un trato injusto en su vida, y también maltratado por la posteridad... demasiadas obras inspiradas en la vida de un desalmado como Julio Cesar, o déspotas como Nerón o Calígula, ¿para cuando una obra televisiva o cinematográfica digna sobre la historia de este personaje histórico y su increíble vida?.

Lo peor: Aunque el autor se esfuerza una y otra vez en mostrarnos a un Escipión "moderado", un hombre de paz, inteligente, culto y sensible pero que sabe ser implacable, justo y valiente si la situación lo requiere, un dechado de virtudes vamos, uno no termina de creérselo. Por contra el esfuerzo maniqueo de mostrar a sus enemigos en Roma como unos villanos, intrigantes y envidiosos, especialmente a Fabio Máximo, tampoco termina de "colar", en fin... trucos de novelista. Sobran definitivamente los enfrentamientos a espada protagonizados por el general... y esa intervención en la misma batalla de Zama para "dar emoción" habrá hecho chirriar los dientes de más de un lector.  Este tomo se centra mucho, quizás excesivamente, en los detalles de la campaña militar, esto será del gusto de muchos que han calificado esta segunda parte como la mejor de la trilogía, personalmente prefiero la anterior porque aunque aficionado a los temas militares siempre considero los orígenes, el marco conceptual y las consecuencias de los conflictos mucho más interesantes, cuestión de gustos supongo. Excesivamente cansino, repetitivo... ya sabemos que el lector conoce la historia y no va a ser sorprendido por el desarrollo de los acontecimientos, pero al menos se podría haber variado un poco más la trama introduciendo personajes secundarios, también creo que el relato peca de rectilíneo... faltan tramas secundarias, visiones retrospectivas, etc, variedad en suma que ayuden a mantener la atención del lector en la trama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario