viernes, 7 de marzo de 2014

Cartas a un joven científico

"Medita un poco sobre estas cuestiones: ¿cómo funcionan realmente los ecosistemas de un estanque?, la cumbre de una montaña, un desierto y una pluviselva?; ¿qué los mantiene unidos?; bajo qué presiones se desintegran a vece, y cómo y por qué? De hecho, hay muchos que se están viniendo abajo. La supervivencia de la humanidad a largo plazo depende de adquirir respuestas a estas preguntas y a otras muchas relacionadas sobre nuestro planeta natal. El tiempo se está agotando. Necesitamos un esfuerzo científico mayor, y muchos más científicos en todas las disciplinas. Ahora repetiré lo que dije cuando inicié estas cartas: se te necesita"


Ficha: "Cartas a un joven científico", autor Edward Osborne Wilson, Editorial Debate, 244 páginas, ISBN: 978 849 992 3604

De nuevo tengo que tender la alfombra roja en este blog para darle la bienvenida a otro libro de Edward O. Wilson, seguramente el mejor ensayista de ciencia vivo del planeta. Ya en junio del año pasado tuve el placer de vérmelas con su excelente libro "Consilience: La unidad del conocimiento", una de sus grandes obras que no puedo sino recomendar, a pesar de que discrepe en alguno de los argumentos en defensa de la unidad y convergencia entre las ciencias, ciencias sociales y humanidades que plantea el genial entomólogo, y que en el mismo observe según mi opinión, un trato escaso e injusto para la filosofía... pero son supuestas manchas que en nada empañan el brillo de un libro impresionante por la profundidad y alcance de sus planteamientos. 

Aquí estamos con una obra bien distinta, aunque algo del tema principal de la obra mencionada puede leerse, extremadamente resumido eso sí, en uno de sus capítulos. La obra está estructurada en cinco partes y comprende una veintena de breves capítulos redactados en forma epistolar. En ellos el científico, con una carrera de más de sesenta años a sus espaldas y encontrándose ya lógicamente casi en el punto final de su vida, se esfuerza en dirigirse a aquellos jóvenes interesados en la ciencia que pretenden hacer del trabajo en la misma y la investigación la meta de su vida. 



Para ello no dudará en salpicar el ensayo de abundantes notas autobiográficas, el comienzo de su afición por los insectos durante su niñez, en sus paseos por los bosques de su Alabama natal, una tierra cálida y semisalvaje que aún hoy reune una gran riqueza biológica. Nos hablará de su gran curiosidad y de como su pasión por los insectos, hormigas especialmente, terminó fructificando en sus estudios de biología, entomología (insectos) y finalmente mirmecología (hormigas) en una época en la que prácticamente no había especialistas en esa materia. Decenas de libros, premios, fundación de una nueva especialidad bautizada "sociobiología" que causó una gran polémica en sus inicios, investigaciones exitosas que forman un pilar fundamental en lo que hoy día sabemos no solamente de los insectos sino también de su distribución mundial y su relación con la evolución en la tierra... el libro nos mostrará como sus investigaciones sobre esas humildes criaturas poseen un gran valor para explicar muchas cosas sobre la historia de la vida. También, y como no, el libro abunda en consejos para el jóven estudiante de ciencia que sueña con realizar grandes descubrimientos como investigador... Wilson no engaña a nadie, hay mucho trabajo duro por delante y una dedicación casi fanática, pero el premio puede ser inmenso, él lo dice por experiencia.

La clave está en el término "pasión", que repetirá una y otra vez a lo largo del libro, también en el sentido común, en saber usar los recursos propios con inteligencia. Wilson rompe el mito de que el científico ha de ser forzosamente una persona con un coeficiente intelectual superior a la media, rompe también, y es una de las partes más interesantes del libro, con el mito de que en ciencia no hay nada que hacer si no se tiene una sólida base matemática. En su caso fue casi un analfabeto matemático hasta la veintena, solo en la universidad aprendió los rudimentos del álgebra que sus compañeros de clase dominaban desde la enseñanza media. Wilson tratará de desmitificar tanto las matemáticas como a la tecnología, son útiles, necesarias, imprescindibles en algunos casos de ramas de la ciencia que las necesitan para todo... pero todavía se puede hacer buena ciencia sin las mismas, no son la clave para una buena investigación, al menos en su campo. 

El trabajo en equipo, la forma de elaborar teorías y experimentar, como la fantasía mueve las ideas y estas toman forma de teorías que han de verificarse empíricamente... y al revés, como hechos observados que no poseen explicación sirven de fundamento a teorías... consejos que toman forma en algunos principios básicos que sorprenden por su sensatez, he aquí dos que expresa en relación con el tema mencionado de las matemáticas:

"Es mucho más fácil para los científicos adquirir la colaboración necesaria de matemáticos y estadísticos que, para los matemáticos y los estadísticos, encontrar científicos capaces de utilizar sus ecuaciones"

"Para todo científico, ya sea investigador, tecnólogo o profesor, cualquiera que sea su competencia en matemáticas, existe una disciplina en la ciencia para la que dicho nivel de competencia en matemáticas es suficiente para alcanzar la excelencia"

Wilson trata no solamente de orientar en la dirección correcta el camino de los jóvenes científicos, sino también, animarles a que emprendan el mismo, y lo hace de forma apasionada, muy en consonancia con su carácter, evita por todos los medios el pesimismo, que el estudiante de ciencias tenga la sensación de que está todo investigado, de que la ciencia ha progresado tanto que apenas queda campo por explorar, que todo depende en demasía de la tecnología... nada de eso, una y otra vez su voz resuena en el texto con el mismo mensaje machacón, vale la pena consagrar la vida a la ciencia si esa es tu pasión, queda mucho, muchísimo por descubrir todavía, y por supuesto es necesaria más que nunca en la historia de la humanidad la investigación científica, el futuro de la humanidad está en juego.
 
Lo mejor: Muy entretenido, instructivo y recomendable, especialmente para los fans del gran científico, leer a Wilson es un placer por la forma tan directa en que se dirige al lector, con los tecnicismos justos, sin rodeos y con la claridad meridiana con la que se expresa. Wilson ejemplifica una y otra vez lo que comenta en el libro, nunca asistiremos a una lección "teórica" sin ejemplos prácticos de como dicho tema o problema fué afrontado por él y su equipo de investigadores. Esa forma de pasar constantemente de la teoría y las ideas a ejemplos concretos otogra gran amenidad al libro. Recomendable también para aquellos que pretenden iniciarse en su obra, sirve perfectamente como carta de presentación. Y naturalmente, si como a mí, te encanta la  naturaleza, la biología, los insectos y todo lo relacionado con los "bichos"... disfrutarás con este libro, está lleno de sorpresas.
 
Lo peor: Quienes ya conocen otras obras mayores de Wilson este librito les sabrá a poco. No era un ensayo ambicioso, abundantes en su obra, sino una especie de "testamento vital" dirigido a las futuras generaciones de científicos e investigadores, cumple su papel pero me da la impresión de que se podía esperar más de este gigante.

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