viernes, 8 de marzo de 2013

Del sentimiento trágico de la vida


"... frente a este riesgo, y para suprimirlo, me dan raciocinios en prueba de lo absurda que es la creencia en la inmortalidad del alma; pero esos raciocinios no me hacen mella, pues son razones y nada más que razones, y no es de ellas de lo que se apacienta el corazón"


Ficha: "Del sentimiento trágico de la vida", Miguel de Unamuno y Jugo, Editorial Globus Comunicación, 259 páginas, ISBN:  8413042509929

Tras más de un año de lecturas filosóficas era ya inevitable que me atreviese a abordar a uno de los grandes filósofos españoles, Miguel de Unamuno no necesita presentación, sin embargo tengo la sensación que el gran público le conoce mucho más por sus novelas y obra literaria que por sus ensayos filosóficos, al menos desde luego ese era mi caso.

Tras haber leído un par de artículos dedicados a su obra en la revista Filosofía Hoy, y adquirido el libro que aquí comento, no con el número 4 de dicha revista sino con el ejemplar suelto que posteriormente suelen llevar a los kioskos, era solo cuestión de tiempo que me decidiese finalmente a leerle. 

Cuando pienso en Kant viene a mi cabeza la palabra "razón", a Spinoza lo asocio con "ética", Schopenhauer "pesimismo"... ¿y Unamuno?, tras leer este libro suyo, el que para muchos es sin duda su obra maestra la palabra que viene a mi cabeza es "sentimiento"... sentimiento puro y duro, visceral, sentimiento que cala hasta el tuétano de los huesos.

El libro no es voluminoso, queda lejos de las trescientas páginas en esta particular edición, sin embargo es denso, muy denso, y paradójicamente solo habla de una cosa aunque le de mil vueltas y la enfoque desde muy distintos ángulos, habla del conflicto entre sentimiento y razón, de ese conflicto es del que surge ese sentimiento trágico de la vida que da título a la obra.

En este 2.013 se cumplen cien años de su primera edición, era el momento perfecto para su lectura si lo pienso bien... dieciséis años antes de su publicación Unamuno había sufrido una intensa crisis espiritual que lo sumió en una fuerte depresión, saldrá de la misma con una fe renovada en Dios, abandonando el partido socialista donde había militado durante tres años. No tengo claro si esta fe surgió a raíz de la crisis o bien que era algo que había tenido siempre pero lo cierto es que le marcaría ya para el resto de su existencia. Resultado de ese conflicto interno es este conjunto de ensayos que se editó en forma de libro en 1.913.

"No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia"

No es un ensayo típico donde tal o cual autor defiende una idea determinada, es realmente una confesión íntima, un hablar de tu a tu con el lector, un arranque de sinceridad contínuo, a veces un tanto plagado de citas y erudición y otras, las más, cargado de lirismo y poesía. He reconocido el estilo, la marca "Kierkegaard", que Unamuno hizo suya, él se consideró hermano espiritual del gran pensador danés y le reivindicó en un momento en que este había sido casi olvidado en Europa. Al igual que Kierkegaard Unamuno vivió un intenso conflicto, un doloroso desgarro interior entre su razón y su fe. Como filósofo conocía el valor de la razón, no en vano era posiblemente la cabeza pensante de aquella fantástica generación del 98... como hombre de fe, tremendamente narcisista y sentimental cabría añadir, conocía los límites de la razón, era consciente que la misma dificilmente podía calmar sus anhelos de inmortalidad. 


Porque de esto se trata, Don Miguel nos lo recuerda a cada momento en el libro, todo el orígen de su espiritualidad se hallaba en esta ánsia de trascendencia, mas era consciente que a través del conocimiento no podía encontrar seguridad alguna, la fe religiosa le proporcionaba el consuelo... pero siempre quedaba la duda. El libro capítulo a capítulo, párrafo a párrafo nos ofrece ese pulso entre fe y razón, entre sentimiento e intelecto que anida, o debería anidar, en cada ser humano. Unamuno se oponía por igual a la fe ciega e iletrada, la llamada "fe del carbonero", como al escepticismo radical. Era un hombre de fe, el libro lo muestra de forma palpable, pero también hombre racional que estimaba en gran medida el conocimiento, no le era posible anteponer una cosa a la otra de ahí su conflicto permamente... no era capaz de creer del todo, siempre le quedaba un asomo de duda, ni tampoco de estar seguro completamente de lo contrario, tampoco concebía la vida sin el elemento de la fe que surgía de su ánsia de inmortalidad.

El libro tiene dos partes cláramente diferenciadas, los seis primeros capítulos donde se muestra el conflicto fe y razón en toda su extensión, con un sexto capítulo que funciona a modo de bisagra entre las dos partes y seguramente nos ofrece la clave de la obra, y los capítulos restantes donde el bueno de Don Miguel se desmelena, avisa que a partir de ese momento el libro se convierte en una fábula, abandonando toda pretensión de constituir un tratado serio:

"... ya sabe el lector que en adelante me siga, que voy a llevarle a un campo de fantasías no desprovistas de razón, pues sin ella nada subsiste, pero fundadas en sentimiento. Y en cuanto a su verdad, la verdad verdadera, lo que es independientemente de nosotros, fuera de nuestra lógica y nuestra cardiaca, de eso, ¿quién sabe?"

Aparece entonces el Unamuno religioso, devoto católico, el Unamuno poeta lírico... aunque este en verdad que está presente durante todo el libro. Intentará defender la idea que del sentimiento de trascendencia y el hambre de inmortalidad surge la religión, y con ella el amor al prójimo, la compasión... el papel del dolor como elemento de cohesión humano. Nos hablará de su idea de la génesis de la idea de Dios en el ser humano, del origen de la fe, la esperanza y la caridad... todo ello imbuido de la profunda espiritualidad de este filósofo atípico, españolísimo y para algunos precursor del existencialismo.

Abundan los ejemplos sacados de la Biblia, las alusiones al nuevo testamento, a la fe católica, pero también a temas que independientemente del elemento fe son comunes a todos los seres humanos, el párrafo que por ejemplo le dedica al dolor, en el que describe narrándolo en tercera persona su personal sufrimiento por la muerte de un hijo, es simplemente inolvidable:

"Los amantes no llegan a amarse con dejación de sí mismos, con verdadera fusión de sus almas, y no ya de sus cuerpos, sino luego que el mazo poderoso del dolor ha triturado sus corazones remejiéndolos en un mismo almirez de pena. El amor sensual confundía sus cuerpos, pero separaba sus almas, manteníalas extrañas una a otra; mas de ese amor tuvieron un fruto de carne, un hijo. Y este hijo engendrado en muerte, enfermó acaso y se murió. Y sucedió que sobre el fruto de su fusión carnal y separación o mutuo extrañamiento espiritual, separados y fríos de dolor sus cuerpos, pero confundidas en dolor sus almas, se dieron los amantes, los padres, un abrazo de deseperación y nació entonces de la muerte del hijo de la carne, el verdadero amor espiritual".

La conclusión final es que no hay salida, no hay consuelo, hay que vivir con este conflicto entre mente y corazón, entre el dictado de la mente que nos dice que la inmortalidad es imposible y el hambre y el deseo de que esto no sea así. Unamuno nunca llega a afirmar su seguridad en la inmortalidad ni tampoco en la nada... sin embargo aboga por aprovechar este conflicto, con sacar partido de esa incertidumbre que según él nos va a acompañar toda la vida. 

"Y hay, sobre todo, que sentir y conducirse como si nos estuviese reservada una continuación sin fin de nuestra vida terrenal después de la muerte; y si es la nada lo que nos está reservado, no hacer que esto sea una justicia... "

"Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir".



Lo mejor: Una obra maestra cargada de sentimiento y lucidez, Unamuno abordaba diréctamente temas que la mayoría de los filósofos prefieren ignorar. Prácticamente cualquier crítica que le podamos hacer ya se la hacía él a si mismo, durante toda la obra no deja de cuestionar sus propias ideas... era un pensador muy original y atípico, vale la pena leerle. La etiqueta que le adjudica Gabriel Arnaiz en la revista Filosofía Hoy de "cantaor de la filosofía, un Camarón del pensamiento que pone los pelos como escarpias cuando llora sus penas" es muy merecida :-)

Lo peor: Su narcisismo y su egocentrismo son brutales, él era consciente de ello, le daba igual, los defiende a capa y espada con no pocas acrobacias lógicas, da la sensación de que escribió este libro fundamentalmente con las tripas aunque lo revistiera de ensayo y nombrase continuamente a la razón y la lógica. Da una imágen del intelecto demasiado negativa, demasiado catolicismo para mi gusto... para el lector agnóstico o ateo algunos capítulos serán casi una "purga" y tendrá que estar continuamente haciendo un esfuerzo para buscarle sentido, hay momentos que parece que esté uno leyendo un ensayo de teología.

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