martes, 7 de agosto de 2012

Cuestión de sexos


Ficha: "Cuestión de sexos", Cordelia Fine, Editorial Roca, 399 páginas, ISBN: 978 849 9182 414

Lo confieso, el tema relacionado con las diferencias de género y la mal llamada "guerra de sexos" me tiene más que harto. No conozco ningún otro donde sea más fácil herir susceptibilidades, meter la pata, equivocarse y ser testigo de prejuicios propios y ajenos que en ocasiones se lanzan al aire con una seguridad tan apasionada como absurda.

Es dificil conservar la calma, mantener la cabeza fría y despojarse de emociones negativas, sentimientos de culpa, actitudes victimistas... en definitiva es un verdadero lodazal donde cuesta trabajo dar un paso sin salir pringado y donde cuesta trabajo encontrar interlocutores que verdaderamente sepan de que están hablando y que no lo hagan simplemente en base a esas en ocasiones frustrantes y dolorosas experiencias que todos acumulamos en nuestro trato con el sexo opuesto. Experiencias forzosamente limitadas y donde es tan habitual la generalización, siempre injusta, en la que se despoja a la mitad del género humano de su identidad y se la iguala en una especie de tabla rasa... ultimamente me pone enfermo cualquier frase que comience con "los hombres" o "las mujeres" ... sobre todo cuando soy yo mismo el que la expreso.

No obstante el que sea un tema espinoso donde hay que andarse con mucho tiento y donde resulta tan dificil mantener la objetividad, y donde sea tan fácil pulsar algún nervio, o que se lo puncen a uno, no significa que el asunto de los sexos y sus diferencias, reales y figuradas, no me interese. De hecho en estos últimos años he leido varios libros sobre el tema donde parecía que el asunto quedaba más o menos zanjado. En estos libros se anunciaban a bombo y platillo los últimos descubrimientos en el terreno de la neurobiología donde se mostraban diferencias en el funcionamiento del cerebro masculino y femenino... un mayor uso del hemisferio derecho en el hombre con una tendencia a la "lateralización" que le proporciona ventaja en las habilidades espaciales, lo que vendría a explicar la mayor habilidad masculina en áreas como las matemáticas y un cerebro, en el caso de la mujer, más interconectado... lo que le proporcionaría mayor habilidad verbal-lingüistica y una capacidad superior a la hora de empatizar con sus semejantes, habilidad que el cerebro masculino parece poseer en menor grado.

Quien quiera empaparse de estas teorías neuro-sexistas solo tiene que leer el famosísimo libro de John Gray "Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus" y toda la serie "Marte y Venus" que la continúa, o el también famoso "Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas" de los psicólogos americanos Allan y Bárbara Pease. He leído ambos y son dos best-sellers fáciles de encontrar o descargar en la red. Estos libros y otros similares se han convertido muy populares en los últimos años, a uno le asalta el pensamiento cuando los lee de "ahora lo entiendo todo", si los condicionantes biológicos que nos han hecho evolucionar como especie han influido en el papel social del hombre y la mujer debe forzosamente existir una huella en el cerebro... mira que bien que por fin gracias a los avanzadísimos descubrimientos sobre neurología los secretos de ese misterioso órgano están siendo desvelados... al fin y al cabo solo vienen a confirmar aquello que ya sabíamos, que hombres y mujeres poseen unas características comunes a su sexo y unas habilidades distintas, que no mejores o peores, que son fruto de la evolución como especie y cuya morfología queda por fin al descubierto gracias a los modernos escáneres, ratificados también por numerosísimos test sobre habilidades efectuados a miles de personas de ambos sexos en todos los paises del mundo ¿asunto concluido?... ni de coña.

En abril del año pasado se publicaba en nuestro país este libro, su autora una doctora en psicología de renombre mundial, lanzaba un demoledor ataque sobre la moda del neurosexismo, y tengo que decir tras leerlo que el ataque da en la diana y justo bajo la línea de flotación. Nunca más volveré a exponerle a nadie las tésis de los señores Pease o Gray referentes a las diferencias neurológicas entre géneros, teorías que yo mismo alguna vez he defendido pensando, ingenuo de mí, que estaban avaladas por estudios serios, rigurosos y científicos... en fin, en mi descargo solo puedo decir que como neófito en el tema es fácil "metermela doblada". No soy el único y por desgracia hay una legión de autores de libros y supuestos "expertos" que harían bien en leer el libro de la Sra. Fine.

Solo se trata de un trabajo más, podría tratarse de otra visión del asunto tan discutible como cualquier otra, ¿o no?. Pues no, sencillamente porque el libro de Cordelia deja a la altura del betún a todos esos pseudo-tratados científicos de tanta tirada popular y dudoso rigor, el libro aquí comentado los machaca sin piedad y con una marea de datos que es imposible obviar. La doctora Fine limita sus ataques al llamado "neurosexismo" y principalmente lo hace destruyendo sus dos pruebas empíricas fundamentales, los escáneres cerebrales y los test psicológicos, mostrando primero que la neurobiología es una ciencia todavía en pañales, que el cerebro es un gran desconocido y por lo tanto es más que aventurado sacar conclusiones de supuestas diferencias físicas, y digo supuestas porque no hay prueba alguna, repito, no hay prueba alguna que muestre diferencias fisiológicas entre cerebros masculinos y femeninos, nada de lateralización, ni mayor grosor de cuerpo calloso, ni mejor interconexión ni nada de nada. Ni tampoco los test psicológicos han sido realizados con el rigor científico que merecen y se encuentran en su mayoría viciados y adulterados desde el comienzo. 

Cordelia Fine JAMAS hace afirmaciones gratuitas en su libro, constantemente, casi cada tres o cuatro líneas de texto hace referencias a trabajos que avalan sus palabras, muestra las incoherencias y los prejuicios que han adulterado el pensamiento científico de supuestos "expertos", muestra como los test dan resultados diferentes en función de las expectativas creadas y el ambiente en el que se realicen, muestra las diferentes y aberrantes interpretaciones de las diferencias encontradas en el cerebro con el fin de justificar las teorías neurológicas de diferenciación de sexos, del volúmen cerebral, medido con avena, con el que científicos de la época victoriana trataban de cuantificar la inteligencia y la supuesta superioridad masculina o las medidas proporcionales... de ahí hemos pasado al escáner de nuestros tiempos que mide la actividad en regiones del cerebro. El pretender enlazar una actividad física o intelectual con su reflejo en actividad cerebral puede tener más o menos relación, sigue siendo discutible, pero pasar de ahí a que de esa actividad en una determinada zona del cerebro modifica el comportamiento o la habilidad humana ... bueno, no hay que ser científico para darse cuenta de que es como mínimo muy aventurado, y que yo sepa la ciencia no se basa en especulaciones, para eso mejor tirar los dados o consultar el Tarot.

 Una vez tirada por tierra la idea de que los cerebros masculino y femenino poseen un funcionamiento distinto que justifique las diferencias de comportamiento que observamos en la vida cotidiana ¿donde está la clave? ¿acaso en las hormonas?. Pues va a ser que no, o al menos no hasta ese punto, la prueba se obtiene a través de la experiencia con mujeres nacidas con un trastorno hormonal que las inunda literalmente de testosterona. Fisiológicamente, en cuanto a hormonas se refiere, parecen tener un pie en ambos sexos sin embargo ello no las hace tampoco distintas. El responsable según la Dra. Fine es lo que todos sabemos o deberíamos saber desde siempre, la educación y el entorno socio-cultural donde nos criamos, plagado lo queramos o no, de estereotipos de género desde incluso antes de nacer. El libro nos mostrará a través de varios capítulos lo dificil, por no decir imposible, que resulta educar a los niños en un entorno carente de prejuicios y de directrices en torno a lo que se supone que debe ser el comportamiento "normal" ligado al género. Y como efecto no deseado naturalmente encontraremos la adaptación del cerebro, órgano maleable y adaptable por excelencia, y las habilidades a ese entorno social que nos moldea como si fuésemos de plastilina.

De esa forma al final ambas teorías, la de la modificación de nuestra conducta debido al entorno y la de las diferencias biológicas existentes se dan la mano. Lo que en el libro se trata de rebatir es que esas diferencias realmente no son concluyentes ni significativas en el momento del nacimiento y que es la "programación" posterior, sobre todo la que se realiza a través de la educación y el entorno social en los primeros años de edad la que nos va moldeando. Naturalmente que existen diferencias en cuanto a aptitudes en cada persona pero no existen aptitudes comunes en función del género que nos sean impuestas "de fábrica".

El libro también hablará sobre el efecto "archivo" sobre los estudios que revelan igualdad o diferencias insignificantes de las distintas aptitudes entre los géneros, estudios que quedan archivados de ahí el nombre, y que solo se muestren interesadamente aquellos que muestran diferencias significativas. La diferente valoración que se hace del trabajo del hombre y la mujer incluso desempeñando las mismas tareas, la presión social y las dificultades que estas encuentran a la hora de conciliar su vida laboral y familiar o al introducirse en un mundo masculino manifiestamente hostil... son estas situaciones las que terminan marcando la diferencia real. Es el entorno el que termina condicionando la biología y no al revés.

De todas formas ningún trabajo es perfecto ni puede pretender abarcar un tema tan ámplio como este, me hubiera gustado que su autora hablase un poco sobre el tema de la evolución humana por ejemplo ya que esta se esgrime en ocasiones como prueba de las supuestas diferencias neurológicas. Hay también campos donde es dificil explicar la tremenda desigualdad en base al entorno familiar y social, como el ajedrez por ejemplo donde la participación masculina supera a la femenina en porcentajes escandalosos, de 1 a 100. Hay un punto en el que la Dra. Fine hace referencia a la teoría de los distintos gustos por tal o cual disciplina y tras hacer un comentario despectivo no sigue ahondando en esa línea, una pena ya que en mi caso particular he reflexionado mucho sobre el tema y me hubiera gustado verlo expuesto de forma más extensa en el libro.

Uno de los puntos fuertes del libro, que son muchos, es que Cordelia en ningún momento se alinea con movimientos feministas ni defiende tesis de superioridad femenina en ningún campo, en uno de sus capítulos lanza un demoledor ataque sobre la obra de una escritora adscrita al feminismo por su falta de seriedad y rigor científico. Es comprensible por el perjuicio que ocasiona a la causa que intenta defender. De modo que no solamente son puestas en evidencia las conclusiones de estudios de defensores del neurosexismo, la mayoría de género masculino, sino que fiel a la causa de la verdad y sin casarse con nadie no duda en arremeter contra todo aquello que considera tendencioso y poco científico, venga de donde venga.

Intenté contar en la abultada bibliografía el número de trabajos y libros en los que se ha basado para escribir este libro... cuando pasé de los 200 dejé de contar, no he visto nunca una obra tan exhaustivamente documentada como esta, la Dra. Cordelia ha realizado un trabajo fantástico, riguroso, ameno, dotado de ironía y sentido del humor y exento además de fanatismos o sesgos ideológicos de cualquier tipo que apunta a la idea principal de que en el fondo somos más parecidos de lo que quisiéramos reconocer y que antes que hombres o mujeres somos ante todo seres humanos ¡chapeau!.

"Las actitudes sociales sobre el género son una parte importante de la cultura en la cual se desarrollan la mente y el cerebro. Precisamente dentro de esa poderosa e influyente red de actitudes sociales nacen, se crían y se desarrollan los niños. Por esa razón, las asociaciones de género se aprenden con rapidez, constituyen un legado que nos dura toda la vida y siempre están dispuestas a quedar impresas en el contexto social"



Quiero aprovechar para darle las gracias a Sergio Parra por su excelente reseña en "Papel en blanco" que me hizo decidirme a comprar el libro meses después de su publicación, lo había tenido en las manos y la verdad es que no me había llamado la atención.


Lo mejor: Un libro que si bien no dice la última palabra sobre el tema de las diferencias de comportamiento y habilidades entre sexos se queda muy cerca de una conclusión definitiva, al menos por el momento. De lectura obligada para todo aquel que desee ahondar en este tema, posee además la virtud de desenmascarar muchos trabajos, puestos muy de moda ultimamente por desgracia, en los que el rigor científico brilla por su ausencia y nos trae de vuelta un poco de sentido común en medio de tanta tontería. Muestra también el largo camino que nos queda por recorrer antes de una completa igualdad de género y el peligro de considerar que tal trabajo se haya ya concluido en nuestra moderna sociedad, así piensa mucha gente y nada más lejos de la realidad por desgracia. Gracias Dra. Fine por ponernos este espejo delante aunque no nos guste lo que veamos en él.



Lo peor: Algo tendría que decir aquí... ¿la mareante cantidad de datos aportada? ¿el hecho de que el apartado de bibliografía y notas ocupe más de cien páginas? ¿que haya sido publicado como un trabajo más sobre el tema cuando no es así? ... todo pecata minuta. Quizás que solo sea recomendable para el lector habitual de ensayos y que además ande interesado en el asunto de las diferencias de género. Vale la pena internarse en esa espesura de datos, su autora consigue hacernos el viaje más que ameno.





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