martes, 1 de mayo de 2012

Trío de filósofos

Ficha: "Fragmentos sobre la historia de la filosofía", Arthur Schopenhauer, "Ensayos escogidos", Michel de Montaigne, "El Príncipe", Nicolás Maquiavelo. Ed. Globus Comunicación. Entre 150 y 180 páginas cada uno.

De nuevo comento en este blog algunas lecturas publicadas en los kioskos de prensa ligadas a la revista mensual "Filosofía Hoy" de la que me he convertido en un fiel lector este año. Entre revista y revista, y también acompañando a la misma, se suelen publicar breves obras filosóficas, ya sea en versión completa si el tamaño lo permite, o en versiones resumidas, en relación a los filósofos "estrella" de cada número.

Schopenhauer.
El filósofo protagonista del número 9 de enero estuvo dedicado a la vida y obra de Arthur Shopenhauer e incluyó una versión resumida de su "Fragmentos sobre la historia de la filosofía" incluido en su última obra, "Parerga y paralipomena", precisamente aquella que le hizo popular en vida tras haber publicado trabajos mucho más importantes como "El mundo como voluntad y representación", su obra magna y verdadero eje de su pensamiento.


Tras leer a duras penas esta versión resumida de "Fragmentos de la filosofía" me resulta dificil de creer que fuese una obra de éxito en parte debido a su accesibilidad al lector... no quiero ni pensar en los niveles de hermetismo, complejidad y abstracción que lastraban, o más bien que eran una de las señas de identidad del pensamiento filosófico de la época.

Sé que soy un lego en la materia y que mi aproximación a la filosofía es más que superficial, aun así he disfrutado por momentos de este libro y en otras ocasiones me he visto completamente desbordado ante este pensamiento de hondo calado, afilado y dotado de una erudición impresionante. Schopenhauer era un pensador de muy altos vuelos, extremadamente culto y de temperamento apasionado, no ahorra epítetos descalificativos hacia otros pensadores, diríase es más que su principal intención en este libro era el bombardeo y demolición sistemáticos de las ideas de otros, críticas a la filosofía de su tiempo, ataques furibundos hacia los profesores de filosofía y en particular un odio feroz hacia Hegel y sus seguidores. Esto en verdad hace más ameno el libro, te puedes perder un poco pero tarde o temprano siempre aparece ese viejo cascarrabias que parece llevar el diablo en las venas  ;-).

"Leer toda clase de exposiciones de sus doctrinas, o la historia general de la filosofía, en vez de las obras originales de los filósofos, es como si uno se hiciera masticar la propia comida de otro."


Así de contundente se nos muestra desde el comienzo, toda una declaración de intenciones que revela que él no va a hacer un libro de historia de la filosofía cualquiera, que no solamente se va a limitar a exponer ideas de otros sino que va a ejercer una evaluación crítica de los mismos en relación con su filosofía. Para mí es sin duda el principal atractivo de este libro. 


"La lectura de los neoplatónicos requiere mucha paciencia, porque todos ellos carecen de forma y estilo. En este sentido, Porfirio es mucho mejor que los demás; es el único que escribe con claridad y lógica, de suerte que se lee sin repugnancia"

 Acerca de Plotino: "Su exposición y estilo son, en general, malos; sus pensamientos no son ordenados, reflexionados de antemano; sino que los ha ido escribiendo a medida que se le han ocurrido"

Afortunadamente también encontramos lúcidas disertaciones sobre el pensamiento filosófico de los autores que le ocupan, se nota que los ha leido a fondo, que ha reflexionado sobre sus enseñanzas y trabajado sobre sus obras diseccionando sus elementos como un hábil cirujano. Destacar sus comentarios sobre la obra de Inmanuel Kant, verdadera base de la suya propia, en este caso particular deja de lado toda hostilidad y ácidas críticas y se embarca en una apasionada apología de la misma.

Poco más que decir de un pensador al que ingeniosamente se refirieron en la revista Filosofía Hoy de "esta es la peripecia de un filósofo genial... al que tuvimos la suerte de no conocer". Misógino, pesimista, malhumorado, increiblemente pagado de sí mismo y soberbio, solitario empedernido, narcisista... una contradicción viviente ya que por añadidura mantuvo una relación cariñosa con su caniche Atma "si no existieran los perros preferiría no vivir", o su devoción por las filosofías orientales del Budismo e Hinduismo, probablemente porque la visión fatalista, en parte, de las mismas coincidía con su propia visión profundamente pesimista de la vida.

Aunque no está del todo mal como introducción a su filosofía creo que no fue una obra demasiado acertada para acercarnos al pensamiento de Schopenhauer, sinceramente creo que lo de la "facilidad" de esta obra es simplemente un mito teniendo en cuenta que es un libro en ocasiones oscuro y repleto de citas latinas y griegas que naturalmente Arthur no se molesta en traducir... total el conocimiento del griego y latín debía considerar que estaba al alcance de todo lector culto, y si no lo eras... pues a leer otra cosa más acorde con tu nivel... un tirón de orejas para la editorial por no molestarse en traducir estos textos.

Tras la indigestión ocasionada por el filósofo alemán afortunadamente afronté pronto otras lecturas más accesibles, ligeras y sinceramente, muchísmo más interesantes:


Montaigne.
El protagonista del número de marzo de la revista es un pensador radicalmente diferente al anterior, de hecho no pueden ser más distintos ni como pensadores ni como personas. Montaigne fué siempre un hombre de temperamento sociable y amistoso, amigo de sus amigos, amante de la buena vida y los placeres de la misma pero también con un fuerte sentido del deber, y filósofo en su más pura acepción de amigo de la sabiduría. El anterior solo tuvo como ocupaciones el vivir de sus rentas, trabajar en sus libros y ocasionalmente ejercer de profesor... Montaigne no tuvo tanta suerte y tuvo que ejercer cargos públicos en aquella Francia del siglo XVI convulsionada por las guerras de religión.

Externamente era un hombre poco singular, de talante conservador incluso, ejerció de magistrado, fue durante varios años alcalde de Burdeos, dueño y señor de una villa que había heredado de su padre y aquel de su abuelo, un mercader de vinos y salazones... era pues algo así como un "nuevo rico", o casi, no provenía de una familia de rancio abolengo sino que el título de "señor de Montaigne" con el que se adornó toda la vida era algo reciente en su familia. Esta dicotomía entre nobleza y plebe estuvo siempre presente en él, nunca se sintió superior a nadie ni olvidó los humildes orígenes de su familia que hasta la generación de su abuelo solo fueron simples mercaderes en última instancia favorecidos por la fortuna.

Tras una serie de desengaños personales, la muerte de su padre, el fallecimiento de un hermano, el de su mejor amigo, el poeta La Boetie, y sus dificultades e impedimentos para medrar en su trabajo de magistrado, sus enemigos políticos le cerraron el paso a cualquier ascenso, sufre una crisis que culmina en su abandono de su puesto como magistrado y su retiro a una relativamente temprana edad, no había cumplido los cuarenta años todavía, a su castillo para llevar una vida tranquila y entregada a la lectura de sus queridos libros. Para tal fin había mandado organizar en el último piso de la torre donde tenía sus aposentos una excelente biblioteca.

Así pretendía pasar el resto de su vida... hasta que casi por orden directa del rey de Francia tuvo que ocuparse de asuntos públicos, muy a su pesar, y ocupar el cargo de alcalde de Burdeos, también tuvo que ejercer labores de mediador entre católicos y protestantes en aquella época de guerras civiles que asolaban el país y trabajar para el parlamento de dicha ciudad. Por encargo de su padre, fallecido años antes, publica una obra... "Apología de Raimundo Sabunde" que más que apología del pensamiento del mismo parece su condena definitiva... una de las máximas de este hombre fue la fidelidad a sí mismo y no podía defender de corazón a alguien con cuyo pensamiento no estaba conforme. Lo bueno de aquel trabajo que no debió de emprender de buena gana es que le serviría de ejercicio para afrontar poco después lo que sería la gran obra de su existencia.

Acostumbrado a una vida intelectualmente activa, no siendo ningún holgazán como tantos nobles de su tiempo, y a su vez sintiendo una gran repugnancia por los asuntos triviales de la administración de su hacienda, asuntos que siempre dejó en manos de su madre y esposa, su mente concibió una idea única en su tiempo... hoy parece algo casi vulgar pero en aquel momento fue una genialidad, dedicaría su tiempo libre (que era mucho en ocasiones) y todos sus esfuerzos a escribir un libro... pero un libro distinto a todos los que habían existido hasta entonces.

Los ensayos.

El único tema en el que se consideraba un experto, o al menos lo intentaba, era sobre el conocimiento de sí mismo, en vez de escribir un libro sobre filosofía, historia, arte, teología o cualquier asunto de su interés, eso había sido lo habitual hasta entonces y lo sigue siendo todavía en este siglo XXI más de cuatrocientos años más tarde, Montaigne decide legar a la posteridad el retrato de su persona para que todos aquellos que no le han conocido en vida o que le echan de menos puedan al leer sus páginas ser testigos del milagro de la aparición a través de sus palabras de su vivo retrato, como si de repente este se materializara a través del tiempo y volviese a cobrar vida.

Fué un libro al que consagraría ya todo su tiempo, lo publicó en varias ocasiones con partes añadidas, cambiadas y de los dos tomos iniciales pasaría a añadir un tercero, en total una versión completa abarca más de mil páginas salpicado por casi mil quinientas citas de autores latinos que usaba constantemente como refuerzo de su propio pensamiento ya que merced a su educación conocía muy bien el latín y se sentía tan cómodo con esa lengua como usando el francés en el que escribiá.

Era su proyecto de vida en el que pretendía trabajar hasta el último día, un libro sin un final proyectado, solo la muerte decidiría hasta cuando llegaría el mismo. Sin pretenderlo Montaigne creaba un nuevo género, el ensayo, la palabra viene del título que él dió a su obra y la tituló asi porque no quería dar nada por sabido sino su opinión sobre las cosas, "ensayar" pues, nada de pontificar ni expresar verdades absolutas.

De modo que como muy bien expresa Sarah Bakewell en su fantástico libro recientemente comentado en este blog "El siglo XXI está lleno de gente que está llena de sí misma. En una pesca de media hora en el océano de blogs, twits, tubes, spaces, faces, webs y pods sacamos a miles de individuos fascinados por sus propias personalidades y gritando en busca de atención. Todos dan vueltas sobre sí mismos: escriben diarios, chatean y descargan fotografías de todo lo que hacen... Montaigne creó la idea simplemente haciéndolo. A diferencia de los memorialistas de su época, no escribía para que quedase constancia de sus grandes hazañas y logros".

Ni que decir tiene que el éxito en su época fue arrollador, y que no hizo sino incrementarse cada nueva edición. Actualmente ando enfrascado en la lectura de la obra completa aunque la que aquí comento está extremadamente resumida, 17 "ensayos" escogidos del total de 107 que tiene la obra completa, como se suele decir "no están todos los que son pero si que son todos los que están", tendría que leer la obra entera para poder decir que hay una selección de lo mejor... pero me da la impresión de que casi es así. Los dedicados a la muerte "Que el filosofar es prepararse a morir" y "De la amistad" me parecen extraordinarios y dignos de ser leidos en más de una ocasión, como probablemente la mayor parte de los mismos.

"El último extremo de la perfección en las relaciones que ligan a los humanos, reside en la amistad; por lo general, todas las simpatías que el amor, el interés y la necesidad privada o pública forja y sostienen, son tanto menos generosas, tanto menos amistades, cuanto que a ellas unen otros fines distintos a los de la amistad, considerada en sí misma."

"He aquí por qué todas las máximas convienen en este respecto; y aunque nos conduzcan de común acuerdo a desdeñar el dolor, la pobreza y las otras miserias de la vida humana, esto no es tan importante como ser indiferentes a la muerte, así porque esos accidentes no pesan sobre todos, como porque la muerte puede ponerles fin cuando nos plazca, cortando el hilo de todas nuestras desdichas. Más la muerte es inevitable"


Hay mucho, muchísimo que comentar de Montaigne y sus ensayos... pero lo dejo para otra ocasión cuando tenga su impresionante libro debidamente leido y "digerido". No podré eso sí evitar citarle mientras tanto en otras entradas de este blog, en su momento vereis por qué.



Maquiavelo.

¡ Pobre Nicolás Maquiavelo ! que injusta ha sido la posteridad con él. A través del tiempo nos ha llegado el adjetivo "maquiavélico" con el sentido de persona de mente astuta, taimada y retorcida sin escrúpulos de ningún tipo para conseguir lo que se propone... o el pensamiento "el fin justifica los medios" algo con lo que él no estaría de acuerdo o al menos no sin matizarlo mucho. Definitivamente quienes usan tal adjetivo con dicho significado es que no le han leido.

Maquiavelo fue un funcionario de la ciudad-estado de Florencia que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI, una época de frecuentes conflictos y guerras. A diferencia de Montaigne a él no le alcanzaron los conflictos entre católicos y protestantes, pero le tocó vivir en aquella Italia dividida en diferentes estados donde constantemente se vivían luchas entre las ciudades, el papado y las intervenciones de Francia y España que tenían en aquella parte de Europa su particular teatro de operaciones y donde volcaban sus ambiciones en asuntos de política exterior, era un enorme campo de batalla, de intrigas, conspiraciones y luchas por el poder.


Maquiavelo por lo tanto no representa para nada al típico filosofo alejado de los problemas mundanos y recluido en su mundo particular, tal y como lo fueron los anteriormente mencionados ,Schopenhauer por voluntad propia y Montaigne tan solo a medias, en este último caso podríamos hablar de un caso justo contrario. Maquiavelo siempre buscó la fama, la gloria y estuvo permamentemente volcado a una vida pública que le proporcionó tanto grandes satisfacciones como numerosas aflicciones... apartado de la misma a la fuerza y llevado a un retiro no deseado escribirá durante el mismo sus principales obras "Discursos sobre la primera década de Tito Livio" y "El Príncipe". Aunque hay estudiosos que prefieren la primera no hay duda de que si Maquiavelo ha pasado a la posteridad es por la segunda, "El Príncipe" vendría a ser una especie de libro de autoayuda de la época destinado al nuevo gobernante de Florencia Lorenzo de Médicis al que Maquiavelo ofrece sus servicios en un intento desesperado por salir de su exilio forzoso.

No tuvo suerte y Lorenzo de Médicis demostró ser un gobernante inepto, las enseñanzas de este libro a él dedicado resumían lo aprendido en veinte años de intensa actividad como funcionario de la corte de Florencia, embajador, secretario y consejero, organizador de la milicia del principado... pero también extrae en él las enseñanzas de todos aquellos libros que ha leído, que son muchos.

"Por mi parte queriendo presentar a Vuestra Magnificencia alguna ofrenda o regalo que pudiera demostraros mi rendido acatamiento, no he hallado, entre las cosas ue poseo, ninguna que me sea más cara, ni que tenga en más, que mi conocimiento de los mayores y mejores gobernantes que han existido. Tal conocimiento sólo lo he adquirido gracias a una dilatada experiencia de las horrendas vicisitudes políticas de nuestra edad, y merced a una continuada lectura de las antiguas historias"

El libro está dedicado en su totalidad a la forma de conducirse de un príncipe en el gobierno de su estado, teniendo por tal a aquel que lo gobierna de modo absoluto, tanto si es un gobierno heredado como recién adquirido. Deja aparte el gobierno de un país por medio del sistema de república, a ese cometido ya dedicaría su "Discurso sobre la primera década de Tito Livio". 

En él Maquiavelo hace distinciones entre los distintos tipos de "principados", según la forma de haber sido elevado al trono el príncipe, de si es una nación recientemente conquistada, de la forma de defenderlo contra enemigos extranjeros o interiores, de la organización de los ejércitos, de todo lo que un gobernante que pretenda mantenerse en el poder debe evitar y aquello a lo que debe aspirar. Hay desde consejos de tipo militar hasta consejos sobre el comportamiento personal. 

Maquiavelo en contra de la opinión generalizada nunca alienta la crueldad, la traición o la maldad... pero anima a usar la mentira, la fuerza y el crímen si es absolutamente necesario, aunque siempre dejará claro que es mejor evitar esos extremos todo lo que se pueda y que ante todo el príncipe debe evitar ser odiado por el pueblo, aunque también tildado de pusilánime. Maquiavelo no se hace ilusiones sobre acerca de lo que los hombres deberían ser, ha visto muy bien lo que son y alecciona al "Principe" a tener siempre los pies bien firmes en la tierra. Conoce muy de primera mano la naturaleza humana y todos los entresijos del poder, ha sido testigo de ascensos y caidas, empezando por él mismo y sabe por qué se triunfa y por qué se fracasa y tal conocimiento es lo que intenta transmitir en este libro. Incita a la prudencia, a la reflexión, recomienda siempre usar métodos amables y ser amado... siempre que esto no sea tomado como signo de debilidad, Maquiavelo sabe que vive en un mundo despiadado donde en más ocasiones de las que uno quisiera hay que enarbolar el látigo y hacer el papel de león o de zorro según convenga. También previene al gobernante de caer en la excesiva confianza y en los excesos del poder... así como también le previene sobre perder el favor del pueblo que le sostiene, si eso sucede su ruina está asegurada.

"Cuando el príncipe vea a sus ministros pensar en ellos más que en él, y regirse en todas sus acciones por afán de provecho personal, quede persuadido de que tales hombres jamás le servirán bien".

"Ha de manifestarse el príncipe amigo generoso de los talentos y honrar a todos aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte. Por ende, debe estimular a los ciudadanos a ejercer pacíficamente su profesión, y oficio, agrícola, mercantil o de cualquier otro género, y hacer de modo que por el temor de verse quitar el fruto de sus tareas, no se abstengan de enriquecer al Estado, y que, por el miedo a los tributos, no se persuadan a dedicarse a negocios diferentes".

"Dedíquese, pues, el príncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si logra con acierto su fin se tendrán por honroros los medios conducentes al mismo, pues el vulgo se paga únicamente de exterioridades y se deja seducir por el éxito."

Libro de cabecera de Napoleón y Mussolini, pero también de Gramsci uno de los padres del partido comunista italiano... El Príncipe es una de esas obras que no dejan a nadie indiferente, incomprendido en su época e incluso incluido en la lista de los libros prohibidos, seguramente por su visión descarnada del ser humano y por haber incluido en sus ejemplos de gobernantes que usaron la mentira para medrar a uno de los papas:

"El papa Alejandro VI no hizo jamás otra cosa que engañar a sus prójimos, pensando incesantemente en los medios de inducirles a error y encontró siempre ocasiones de poderlo hacer. No hubo nunca nadie que conociera mejor el arte de las protestas persuasivas ni que afirmara una cosa con juramentos más respetables, ni que a su vez incumpliera menos lo que había prometido. A pesar de que todos le consideraban como un trapacero, sus engaños le salían siempre al tenor de sus designios, porque, con sus estratagemas, sabía dirigir a los hombres".

Para terminar este otro "escalofriante" fragmento de su libro, ¿de cuantos políticos en la actualidad podríamos decir esto?... 

"En nuestra edad vive un príncipe que nunca predica más que paz, ni habla más que de buena fe, y que, de haber observado una y otra, hubiera perdido la estimación que se le profesa, y habría visto arrebatados más de una vez sus dominios. Pero creo que no conviene nombrarle".

Bien poco ha cambiado la política desde entonces mucho me temo.

                                                    ~ ~ ~ ~ ~ ~

Muchas gracias a todos los que entrais de forma habitual u ocasional en este blog,  hoy el sistema me ha "chivado" que se han superado las 41.000 visitas, aunque creo que es un número excesivo uno no puede menos que animarse a seguir leyendo y escribiendo aquí. Hasta otra.




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